Living The Dream

lunes, 30 de septiembre de 2013

Capítulo 19

Narra Clara

La lluvia cae ligera del cielo plomizo desde primera hora de la mañana. Como llevamos aquí por lo menos veinte minutos, el pelo ya está bastante húmedo y la ropa se nos pega a la piel. ¿Dónde están los chicos?
Ésa es la pregunta que formula María, justo en el momento en el que las ruedas de un vehículo entran en el charco de la calzada y nos empapa hasta la cadera.
-¡Me cago en...!- suelta Melissa.
-Ese vocabulario, Meli- es Brett, que sale con Louis del primero de los dos coches.
-¿Brett?- suelto. No me lo esperaba aquí.
-Sí. Los chicos me comentaron el plan y que si me quería venir, y acepté. ¿Cómo os va todo?
-Bueno, a parte de que acabas de empaparnos con el coche y que llegáis tarde...- replica Melissa, con los brazos en jarras.
-Eh, que lo del coche no es mi culpa, bonita. Conduce Louis- le señala, con un dedo acusador.
-Pero sí es tu culpa- Louis se echa el pelo para atrás, con expresión burlona-. Sin tí el coche pesaría menos, y no habría levantado tanta agua...
Nos echamos a reír, y Brett arruga la nariz, conteniendo una sonrisa a duras penas.
-Bueno chicas, ¿vamos?- dice Harry, saludándonos con un gesto de la mano desde la ventanilla.
-¿Cómo va hoy el reparto?- quiero saber, con una sonrisa.
-Por ejemplo- repone él-. Podrías ser mi copiloto.
Abre la puerta y señala el asiento vacío junto a él. Con una risita, me acerco y me siento. Harry se inclina y me da un beso en la frente. No puedo evitar pensar en la reacción que habría tenido de no conocerle ya de algunos días. Aun en esta situación una descarga de emoción me estremece.
-¿Contigo? Seguro que tienes alguna fresa para estampármela en la cara o algo- está diciendo Noe, mirando a Niall con las cejas arqueadas.
-Que no... Ahora soy el famoso Estampador de Fresas, ¿no?- replica el rubio.
-Venga Noe, te puedes fiar de él- dice Zayn. Noelia le mira de soslayo, suspira y se sienta junto a Niall, completando nuestro coche.
Louis conduce, como dijo Brett, el otro coche. A su lado está Liam, en el asiento de copiloto. María y Meli se ponen atrás, y arrancamos.
El viaje en coche pasa entre risas, bromas, piques de Niall y Noe que acaban en carcajadas, y silencios incómodos.
Llegamos a la casa del tío de Louis cuando el sol está ya metido hasta su ecuador en el horizonte. Me quedo mirando la luz naranja que tiñe el cielo, perfilando las nubes de una manera que produce un ambiente mágico. Hasta que noto que alguien me sacude por los hombros. Alzo la cabeza, y me encuentro con los ojos verdes de Harry. Sonrío, y le dejo que me ayude a levantarme del asiento.
La finca tiene un extenso campo de cultivo, y ahora mismo atravesamos los maizales, que me llegan por el cuello. Casi sin darme cuenta, busco la mano de Harry, que camina ante mí. Él me la agarra, y atravesamos el campo de maíz así.
La casa del tío de Louis es una casa de campo blanca, grande, pero de una sola planta. O bueno, una sola planta en uso; la segunda es para secar los cereales, según nos dice Louis.
Entramos en un cuarto que parece una sala de estar decorada al estilo rústico; hay dos sofás rojos con la tela algo gastada con una mesa baja delante, una cómoda de madera vieja detrás de los sofás, estantes llenos de libros, una chimenea de ladrillo y dos alfombras desgarbadas en el suelo.
-¿Y qué queréis hacer?- dice Harry, todavía con los dedos enlazados con los míos. Niall mira nuestras manos con una mueca burlona, y yo me apresuro a soltar a Harry, con las mejillas encendidas. Él me mira, interrogante; no ha visto la mirada de su amigo.
-He pensado- empieza a decir Louis, con cara de superioridad- que podríamos hacer una hoguera. Sé un buen sitio.
-¿Y comer alrededor de ella y cantar?- pregunta Noe, con ojos brillantes-. Eso es lo que siempre soñe que hacía con vosotros.
Niall pone cara de alarma, y tardo un segundo en comprender a qué se debe; ha pensado de otra forma la última frase de Noelia.
Mi amiga le da una torta en la cabeza.
-Tonto, que eres tonto en serio.
Un momento después, ambos ríen como dos locos.
Cogemos parte de la comida que hemos traído y la metemos en otras bolsas.
-¿Iremos en coche?- pregunta María cuando está todo guardado.
-¿En coche? Estamos en el campo- replica Louis, fingiendo alarma.
-Ya bueno, a lo mejor está lejos el sitio ese tuyo- se defiende ella, levantando las manos.
-Si lo que te preocupa es cansarte por el peso de las provisiones- Liam se acerca a ella y le hace alzar la barbilla para que lo mire-. Te llevo yo tu bolsa.
Veo cómo el rubor sube a las mejillas de María, y casi noto las emociones que vibran en su interior.
-No Liam...
-Sí, María- le quita la bolsa de las manos y se dirige al resto-. ¿Vamos?
-Yo... recomiendo que cojamos algo de abrigo, hará fresco- indica Harry, y no puedo estar más de acuerdo con él.
Momentos más tarde rebuscamos en nuestras maletas, que hemos metido en el salón.
Yo me llevo un jersey de color rojo apagado y un gorrito de lana que me hizo mi abuela ya muchos años atrás y me uno al resto, que ha sido más rápido.
Cuando franqueo la puerta, me doy cuenta de que tengo que ponerme ya mismo el jersey, por lo que me acerco a Harry y le toco el hombro.
-¿Puedes sujetarme esto?- indico la bolsa que cuelga de mi hombro.
Él arquea las cejas, divertido, y dice:
-¿No te estarás haciendo ilusiones de que te lleve la bolsa como Liam la de María?- se burla, y le doy un codazo.
-Pues claro que no, Harold. Prefiero llevarla yo. Es más, ni en mis sueños más locos te dejaría llevarla. No me fío- replico, sacando la lengua y poniendo la bolsa en sus manos.
-Oh, pues ahora me enfado. Yo soy de fiar, señorita mía.
Saco la cabeza por el hueco del jersey y me dispongo a recuperar la bolsa, pero él me para con una mano y acerca sus labios a mi oreja derecha; el aliento me cosquillea en la piel.
-¿Señorita tuya? Si ya sabía yo que me amas- finjo superioridad, pero la voz me tiembla un poco debido a la cercanía de su boca.
Noto sus labios moverse contra mi oreja, pero antes de que diga nada, una voz se burla.
-Bueno, bonita escena amorosa. Lamento interrumpir, pero tenemos que irnos ya. Tendréis tiempo luego- dice Louis. Harry bufa y se separa rápido de mí.
Si esperaba una réplica hacia su amigo, me llevo una decepción. Harold sigue caminando, en silencio. Yo me pongo junto a María y emprendemos la marcha.

Narra María
El crepitar de las llamas acompaña a la guitarra de Niall, que está comprobando si está afinada. Me giro para mirar a Liam, que está recostado contra un tronco, y sonríe.
Hemos tardado media hora para llegar hasta aquí, pero es un sitio muy agradable; un claro en medio de un bosque en el borde de los campos de cereales. Los sonidos de los grillos dan un ambiente relajado y mágico a todo; siempre lo he pensado.
El reflejo de las llamas en el rostro de Liam marca sus curvas y perfila sus labios y su preciosa sonrisa; su piel parece más suave y tostada y sus ojos brillantes. No habla con nadie, simplemente sonríe, con la vista fija en las llamas, con esa expresión que todos adoptamos cuando nos sentimos felices y libres. Todo esto lo hace aún más perfecto, si es posible, y no puedo reprimir las ganas de sentarme junto a él.
Alza la mirada al verme, y otra vez mi corazón da un vuelco. Ya no sólo por el hecho de ser mi ídolo, si no también por la forma en la que es como persona, y como me trata.
Me siento, y él alza la mano para apartarme los mechones de la cara.
Niall empieza a tocar los primeros acordes de una canción que no conozco, pero que añade ambiente, Harry y Clara están sacando la carne para hacerla en la hoguera, y Noelia mira los dedos de Niall sobre las cuerdas de la guitarra. Brett ha ido a algún sitio y Zayn está apartado, con la cabeza gacha y la boca tensa.
-¿Que le pasa a Zayn?- le pregunto a Liam, preocupada.
-Problemas.
-¿Con Perrie?
-Principalmente, pero también creo que es por Blanca...
-¿Blanca?
-Se portó... de una forma rara con ella, y creo que se han enfadado o algo. Tampoco estoy muy al corriente.
-Ah- no sé qué decir.
-¿Debería animarle?
-¿Tú qué sientes?
-Bueno, soy su amigo, debería...
-¿No lo has intentado? No lo creo.
-Lo intenté, es cierto, pero...
-Tal vez necesite espacio y tiempo.
-No me gusta verle así- repone él, y la sonrisa se ha convertido en una mueca preocupada. Le pongo la mano sobre el hombro.
-¿Queréis?- Clara nos ofrece un pincho de carne asada, y Liam lo coge y me lo ofrece. Luego toma otro para sí mismo.
El tiempo discurre entre bromas, canciones y juegos de cartas y de palabras. Cuando el cansancio empieza a apoderarse de algunos, ya acurrucados en sus mantas, veo que Liam se aleja del grupo, y tras un momento de vacile, me levanto para ir tras él.
Echo un vistazo al grupo; Harry y Clara apoyados espalda contra espalda, arropados y con los ojos cerrados, Louis echando hojas a la hoguera con pinta aburrida, Niall toqueteando las cuerdas de la guitarra lentamente, Noe tumbada en el suelo con Brett sentado al lado y Zayn con los ojos abiertos de par en par mirando a las copas de los árboles.
Rozo con la mano el tronco del primer árbol de la fila, y me apresuro tras Liam, poniendo cuidado en no hacer demasiado ruido al pisar.
Un cielo estrellado de color azul marino. Un trozo de hierba más alta sobre la colina. Una figura sentada que se recorta contra la luz de la luna. El ambiente parece sacado de una película, algo mágico... Mis pies tropiezan con las raíces del último árbol, y caigo al suelo, sobresaltando a Liam, que se vuelve. Genial, viva yo.
-María- dice, y se me acerca-. ¿Estás bien?
-Perfectamente, no es nada... es que soy un poco torpe, ¿sabes?
-Yo no lo creo- me tiende una mano, que acepto sin dudar. El contacto me produce vibraciones-.¿Me has seguido?- tira de mí para levantarme, y nuestros rostros quedan muy cerca; puedo notar el calor de su respiración en mi piel.
Noto que el rubor sube a mis mejillas; carraspeo para aclararme la garganta, me separo un poco y miro al suelo.
-Bueno... es que... como todos estaban dormidos, pues...
-Da igual- ríe suavemente-. No tienes que explicar nada. Además, no me molestas en absoluto.
Se sienta de nuevo sobre la hierba, y me hace un gesto para que me coloque a su lado. Lo hago, y él alza la vista hacia las estrellas. La brisa nocturna me acaricia el rostro.
-Bueno, ¿y qué sientes?
Esa pregunta me ha pillado por sorpresa. En parte porque me he quedado embobada mirándolo.
-¿Qué siento? Liam...
-Con todo esto. Estar con nosotros, conocernos. Tenía entendido que erais fans.
-Fans no- repongo, y él me mira, desconcertado. Río-. Directioners.
Me dedica una sonrisa más cálida que el fuego de la hoguera.
-¿Qué se siente?
-Es como... algo que vives en el momento. Cada vez que estoy con vosotros... lo disfruto como nada. Soy feliz, completa... Pero luego si me paro a pensar... me parece irreal, lejano, como algo que no puedo palpar, como si fuese un sueño y fuera a despertar en cualquier momento. Y es que... siempre soñamos con esto. Pero nunca lo creímos posible.
-Los sueños se cumplen.
Noto sus dedos rozándome el pelo, enredando un mechón en ellos.
-Nunca creí que con este fuese a pasar.
-Mira las estrellas- dice, de pronto, y me alza la barbilla con suavidad.
Distingo en seguida la Osa Mayor. Aquí las estrellas brillan muy fuerte, por la poca iluminación del campo. Es como si todas las estrellas contuviesen un sueño. O miles, y los sueños alimentasen su brillo.
-¿Ves la Estrella Polar? ¿Más brillante que el resto?- susurra. Asiento-. Pues esa es la estrella que tenía tu sueño, y brilla así de fuerte porque era un sueño que iba a cumplirse. Y se ha cumplido. Tú eres esa estrella, María. Lo eres... para mí.
Mi corazón late tan fuerte que creo que se va a salir del pecho. He salido con chicos, pero ninguno me ha dicho nada igual. Nada tan bonito. Y que venga de Liam... Además, ni siquiera estamos juntos. Le miro. Él tiene los ojos fijos en los míos, con la sonrisa todavía en el rostro. El silencio lo interrumpe una pequeña sombra que revolotea frente a nosotros. Liam la coge, hábil y delicadamente. Es una mariposa. Me la pone delante; la luz de la luna y de las estrellas incide en ella, haciendo que parezca plateada y mágica.
-Cógela. No la dejes escapar.
Parpadeo. Liam me acerca el animal. No sé que hacer, me he quedado embobada.
Finalmente, me lo coloca sobre la nariz. No me muevo; me hace cosquillas de una forma agradable. Miro a Liam a los ojos, que brillan, reflejando las constelaciones. Reflejando los sueños. Coloco las manos alrededor de la mariposa.
-Tú eres como una mariposa- me susurra-. Frágil, ligera, fácil de atrapar, pero difícil de mantener conmigo, porque tienes la libertado de escapar. Retenla- me pide. Mi corazón va demasiado rápido. Esto no está pasando. Despierta María, despierta-, retenla para mí. Retenla si tu tampoco vas a escapar.
-Liam... Yo no te dejaría ir- abro las manos, y la mariposa no escapa. Se queda s
ahí, mientras Liam acerca su rostro al mío. Me roza la nariz con la suya. Luego sonríe, con las frentes juntas. El mundo ha desaparecido. Sólo estamos él y yo, y los sueños de las estrellas, y la mariposa, posada entre nosotros-. Déjala volar, déjala que se lleve este momento con ella, deja que se lleve nuestros sueños. Porque para tener algo, hay que dejar escapar algo. Déjala volar y así la retendremos- las palabras salen solas, por arte de magia, de mi boca.
El animal, como si me hubiese entendido, alza el vuelo, muy delicadamente, mientras las curvas de nuestras sonrisas siguen ahí.
-Te quiero. Y no sé por qué- dice él finalmente. Mis manos van a su pelo, revolviéndolo. Y él me las coge, posándolas junto a las suyas en la hierba.

La Estrella Polar sigue brillando.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Capítulo 18


Narra Melissa

Blanca se acerca, veo que tiene los ojos rojizos. Espera, ¿qué pretende...?

Antes de poder reaccionar, se lanza hacia mí, y me golpea la cara, a la vez que me tira al suelo. No entiendo nada...

Esquivo su puño a duras penas, y recibo una ostia en la mejilla izquierda, que me empieza a escocer en seguida. Lucía lanza un grito de alarma, y veo como sale corriendo hacia nosotras... cuando Blanca parece hacer ademán de morderme.

-¡Blanca!-Lucía la ha agarrado por las muñecas, y yo me levanto a toda prisa, con los músculos entumecidos.

-¿Qué diablos te pasa?-quiero gritar, pero la voz me sale ahogada por la confusión.

Entonces ella rompe a llorar, y deja caer la cabeza, quedándose totalmente flácida.

-No lo sé...-susurra, con la voz rota.

-¿En qué pensabas?-insisto, intentando sonar menos dura.

-¿Te he hecho daño?-su voz suena alarmada-. Yo... no sé que pensaba, lo siento, de verdad. Lo siento...

Me acerco, y le hago un gesto a Lucía, que tiene cara de total desconcierto, para que le suelte las muñecas.

-A ver, tienes un problema, sea el que sea, cuéntalo-le digo, despacio.

Suspira, y se levanta, quedando sentada en el suelo, con la cara enterrada entre las manos.

-No lo sé ni yo...

-¿Zayn?-pregunto, cruzando una mirada con Lucía, queriendo decir que me deje a solas con ella. Lo entiende, y sale de la salita del avión-. ¿Te dijo algo... cuando te llevó a casa?

Me mira por fin, mordiéndose el labio.

-Blanca...-insisto, pero ella sigue callada-. Bueno, si no quieres contármelo no hace falta, no voy a...

Ya estoy saliendo yo también de la estancia, sacudiendo la cabeza, cuando me habla:

-No. Sí quiero hablar.

-Bien, entonces habla. ¿Quieres un vaso de agua?

Se encoge de hombros, así que en vez de agua, traigo refrescos del pequeño armario de bebidas.

Luego me siento junto a ella en el sofá.

-¿Te dijo... o hizo algo?

-Meli, él, no sé que pretende...

-¿Pretende haciendo qué?

-Primero se pone muy... por así decirlo, cariñoso... y luego de repente brusco. No lo entiendo.

-Si me lo cuentas así yo me entero aún menos-replico-. ¿Puedo saber qué pasó cuando te llevó al hotel?

Se vuelve a morder el labio.

-Le pregunté que qué pasó con Perrie... bueno, no, él me lo dijo.

-¿Y...?

-Me dijo que era mi culpa...

-¿Tu culpa?-estallo, interrumpiéndola-. ¿Zayn dijo eso? ¿Cómo te culpa por eso...?

-Melissa, déjame hablar-corta, seria-. Dijo que ella creía que Zayn tonteó conmigo... en el concierto.

-Ah... ¿Y tanto te duele eso?-«MELI- me digo-. ¡Cómo dices eso! ¡Boba!». Ahora se cabreará, seguro.

-No, eso no es.

-¿Entonces?

-Es que... cuando salí del coche... Se acercó y...

-¿Te besó?

-¡Meli!-exclama, y el rubor sube a sus mejillas-. No. Bueno, casi... pero luego me apartó, bruscamente. No sé a que juega-su voz se ha roto otra vez.

-Ah, tiene novia, chica. ¿Qué esperas?

-No quiero que juegue conmigo, eso es todo.

-¿Crees que juega contigo?

-No sé qué pensar... Zayn es una buena persona... por eso me duele pensar siquiera que juega conmigo, pero no lo entiendo... Oh, ¿qué hago?

¿Sabéis esos momentos en los que quieres ayudar a una amiga, pero no veis la forma, ni os salen las palabras? Pues este es uno de esos momentos de impotencia.

-Meli, yo quise siempre llevarme bien con ellos, ser su amiga... confiar, reír... y ahora que lo podría haber tenido lo he estropeado todo.

-Están los otros cuatro, y además...

-¿Los otros cuatro? ¿Recuerdas cuando decíamos que One Direction no sería nada sin uno de los cinco? Pues esto es igual.

-Todavía puedes...

-¡No!

Empiezo a perder los nervios, sobre todo porque sé que no conseguiré animarla, justo cuando su móvil suena. “Zayn”, se ve en la pantalla.

-¡Ah, por Dios! Ya sabía yo que debería haber apagado el móvil-ha estado otra vez llorando, y ahora se seca las lágrimas con la mano, furiosa-. ¿Ahora qué quiere? No puedo... Meli, cógelo tú.

-No, no lo voy a coger. Todavía puedes arreglar las cosas, pero tienes que hacerlo sola.

Me levanto y me voy a dónde creo que encontraré a Lucía.

Narra Zayn

«¿Por qué llamas?» me pregunto. Me dijo Liam hace media hora que hiciese esto, y creo que no ha sido buena idea.

-Vi su cara al ver que hablabas con Melissa. Vi la cara que puso al oír que seguías mal por Perrie. ¿Qué pasó?-me dijo Liam. Yo había dudado, pero le había respondido que la culpé por la pelea con Perrie. No le conté toda la verdad, claro está.

Y aquí estoy, con el número de Blanca marcado, y el teléfono irritando mi oído con el pitido que indica que está comunicando.

No va a responder, o eso parece. Me siento confuso. Todavía no he arreglado las cosas con Perrie, y tampoco sé por qué actué así con Blanca. Me sobresalta un “¿Qué?” de voz quebrada e irritada, al otro lado de la línea.

-¿Blanca?

-¿Qué quieres?

¿Habrá llorado? Porque su voz suena ronca, además de cortante y enfadada... o dolida.

-¿Estás bien?

-No me llamarías sólo para preguntarme eso.

-Bueno, para pedirte perdón... y desearte suerte para los conciertos.

-¿Perdón? ¿Debo entender que te sientes culpable? ¿Por qué?

-Me dijo Liam que lo hiciera y creo que...

Hay un silencio, que me resulta eterno. No debería haber dicho eso, lo sé, pero ya está hecho. Ahora todo el enfado que sienta se habrá duplicado.

-Claro. Claro que te lo pidió Liam. No ibas a llamarme para pedir perdón-suena seco, como un filo hecho de arena ardiente que pone fin a la llamada.

-¡Zayn!-es María, que aparece en la puerta de entrada.

-Ya voy-murmuro, y me uno a ellos, entando en la casa.

-Decíamos que podríamos ir a algún sitio a pasar lo que les queda a las chicas de vacaciones-cuenta Harry, sentado en el sofá de la casa de Liam, a donde vinimos cuando Melissa, Blanca y Lucía fueron al aeropuerto.

-¿Como cuál?-pregunto, sin muchas ganas.

-Pensamos en la casa que tiene el tío de Louis en el campo-repone Niall, mordisqueando un caramelo, con cara de concentración.

-¿Te parece bien el plan?-quiere saber Louis.

-Estará bien, deberíamos descansar un poco de todo esto, sí-admito.

-Genial, pues podemos partir mañana- Louis se levanta del asiento y se estira como un gato-. ¿A qué hora estaréis listos?

-Pregúntatelo a ti mismo, Tommo-repone Harry, y Louis le lanza una mirada de soslayo-. Eres el que siempre tarda tanto en preparase.

Louis bizquea, lo que arranca varias carcajadas entre el resto.

-Bueno, tal y como está todo, creo que deberíamos ir yéndonos, avisar en la residencia, y preparar todo-Clara se ha levantado, y se alisa la camiseta, que se había arrugado.

-Clara tiene razón, o no saldremos nunca-Noelia se levanta también, y le tiende a María una mano, para hacer que ésta se mueva de su sitio.

-¿Os llevamos?-intervengo, dispuesto a ser de ayuda, pero Clara niega y me da un golpecito en la cabeza, poniéndose de puntillas un poco.

-No hace falta, ya habéis hecho mucho, en serio.

-No lo haríamos si no os lo merecieseis y si no nos cayeseis bien- Harry la atrae hacia sí cogiéndola por un brazo, y le da un beso en la frente, que produce que el rubor suba a sus mejillas y que suelte un risilla.

«Así debería tratar a Blanca, y no como lo hago»

-Muchas gracias por todo chicos, esto no deja de ser un sueño y algo exagerado- Noelia se tira de un mechón de su pelo castaño, y Niall la imita, tirando del resto del cabello, a lo que ella responde con un: “Ay” y una colleja cariñosa en la mejilla.

-Payaso, ahora verás-espeta, riendo, y sale corriendo tras Niall, que ya ha huido.

-¡Oh, genial, así no nos iremos en la vida!- María ha alzado las manos en un gesto teatral y suspira.

-Admite que no quieres irte-replica Louis, con voz pícara.

-Admite tú que nos queréis aquí-repone ella, en el mismo tono.

-Lo admitimos- Liam se cruza de brazos y sonríe. Louis y María se giran hacia él.

-¿Ah sí?-dice ella, con una sonrisita triunfal.

-¡Liam! ¡Che!- Louis finge espanto.

-¡Che! Eso digo, yo- repone Clara, y acto seguido se coloca las manos a modo de bocina ante la boca-. ¡Noelia! ¡Horan! ¡Vamos ya!

Una figura de pelo rubio... manchado de rosa entra por la puerta de la cocina. Tras Niall está Noe, riéndose sin parar, y con la cara medio rosa.

-¿Qué diablos?-empiezo, pero Noelia señala a Niall y pregunta:

-¿Os gustan sus mechas?

-¿Y a vosotros su maquillaje?-dice Niall a su vez.

-¿Qué habéis hecho?-exclama Clara, conteniendo la risa a duras penas.

-Nada... guerra de fresas, lo normal- ríe Niall.

-Uy, si, muy normal desde luego, es el arma de moda... - María enarca una ceja, y mira a Niall, Noelia, Louis y Harry, que se ríen como cuatro locos.

-¡Las fresas! ¡Yo las quería de postre!-protesta Liam.

-Venga, guerrera loca, vamos ya para casa.

Noelia deja de reír y se despide de Niall con un abrazo. Va a abrazar a Liam, cuando este salta hacia atrás.

-Ni hablar, no quiero acabar como vosotros.

Con un encogimiento de hombros, va a abrazar a Louis, pero este sale corriendo. Noe bufa y pone los ojos en blanco.

-¿Alguno me dará un abrazo?

-¡No!-responden, con una coordinación repentina. Yo niego-. Mala gente...

-Mala gente vosotros, que usáis mis fresas como arma- Liam sonríe, y su enfado fingido no resulta creíble, la verdad.

Las chicas recogen sus bolsos y salen por la puerta. Liam les da indicaciones hasta la parada de metro más cercana, y cruzan la valla del jardín y se alejan, hablando de sus cosas, felices.

«Yo a Blanca no la dejé feliz».



Narra María

Caminamos hacia la parada que nos dijo Liam, riéndonos de la cara manchada de Noe y bromeando sobre la supuesta nueva moda de Niall, teñido de rosa.

-Chicas, ¿no os parece raro?-pregunto de pronto, mientras las farolas derraman su luz naranja sobre nosotras. Por alguna razón, me viene “More than this” a la cabeza; puede que sea este ambiente feliz y tranquilo, juntado con el aire nocturno. El tiempo con los chicos pasa tan rápido... Parece como si sólo hubiésemos estado media hora en casa de Liam, y no todo el día. Casi se nos había olvidado comer y todo, pero Niall nos lo recordó sobre las cuatro, y todos nos dimos cuenta del hambre que teníamos. Habíamos jugado a juegos de mesa, hecho bromas, guerra de almohadas incluso. Habíamos subido fotos a Instagram y a Twitter, junto con tweets de bromas o cosas que creíamos que merecía la pena contar a las fans. Me pregunto ahora cómo habrán reaccionado... tendré mi cuenta repleta de menciones. Y después de todo, me paro a pensar en todo lo que ha pasado, y no creo que pueda ser real.

Clara responde a mi pregunta entonces:

-¿Raro? María, que Niall no se ha teñido en serio...

-No es eso, tonta. Digo, que si esto no os parece raro... todo lo que nos está pasando, con los chicos, que si no os parece irreal. Porque a mí sí, aunque lo asimilo de cierta manera.

-Sí, es verdad, todo esto es increíble. Nunca pensé que de verdad podría pasar...- admite, con un tono emocionado y soñador.

-Si lo piensas... crees estar en un sueño, ¿verdad?-añade Noe, en un susurro.

En ese momento bajamos al subsuelo donde se extiende la red de metro londinense. Me llama la atención un hombre que cambia uno de los carteles de la pared. El cartel que quitan es el del concierto de Blanca; una oleada de alegría y orgullo me recorre, juntada con incredulidad. Niego con la cabeza y reprimo las lágrimas.

Oímos el ruido del vagón del metro antes de que nos de tiempo a decir nada sobre el cartel, y Noe grita:

-¡Corred!

Salimos disparadas por los pasillos del metro, riendo como tres locas, bajando escaleras con el riesgo continuo de poder caernos.

Nos metemos en el tren justo cuando las puertas se cierran con un último pitido, y nos quedamos de pie, porque no hay sitio para sentarse.

-¿Hablamos en español a ver si se quedan un poco boquiabiertos?-propone Clara.

-Vale, di algo tú anda- replico con una risotada.

-¡Hola gente! ¿Qué tal todo?-casi grita, y Noe corre a taparle la boca, pero ya está hecho; todos nos miran. Ella sigue, apartando la mano de Noelia-: ¿Qué? Soy preciosa, ¿verdad? Lo sé, enamoro-exclama, poniendo a la última palabra un matiz seductor.

Cuando nos bajamos en nuestra parada y subimos las escaleras, Noelia, roja como un tomate, le espeta:

-Oh, qué tonta eres. Es que de verdad que...

Clara se ríe como una posesa.

-¡Ha sido genial!

-Ya, todo un espectáculo de payasos- intervengo.

-Pues, sí. Ale, estudiaré para payasa del circo.

-Pues claro, andas como un pato mareado- Noelia la mira de soslayo, burlona.

-¡Si claro! Y tú como un caracol.

-Los caracoles no andan-replica Noe.

-Pues por eso mismo- empieza a reírse otra vez, y me contagia la risa. Noe arruga la nariz y se echa también a reír.

Ya cuando flanqueamos el portón de la zona residencial de la universidad, suspiro, y digo:

-Definitivamente, todo lo que nos ha pasado es un sueño. Es, en una palabra...

-Perfecto-sonríe Clara, y nos abrazamos.




Narra Melissa

Blanca se acerca, veo que tiene los ojos rojizos. Espera, ¿qué pretende...?

Antes de poder reaccionar, se lanza hacia mí, y me golpea la cara, a la vez que me tira al suelo. No entiendo nada...

Esquivo su puño a duras penas, y recibo una ostia en la mejilla izquierda, que me empieza a escocer en seguida. Lucía lanza un grito de alarma, y veo como sale corriendo hacia nosotras... cuando Blanca parece hacer ademán de morderme.

-¡Blanca!-Lucía la ha agarrado por las muñecas, y yo me levanto a toda prisa, con los músculos entumecidos.

-¿Qué diablos te pasa?-quiero gritar, pero la voz me sale ahogada por la confusión.

Entonces ella rompe a llorar, y deja caer la cabeza, quedándose totalmente flácida.

-No lo sé...-susurra, con la voz rota.

-¿En qué pensabas?-insisto, intentando sonar menos dura.

-¿Te he hecho daño?-su voz suena alarmada-. Yo... no sé que pensaba, lo siento, de verdad. Lo siento...

Me acerco, y le hago un gesto a Lucía, que tiene cara de total desconcierto, para que le suelte las muñecas.

-A ver, tienes un problema, sea el que sea, cuéntalo-le digo, despacio.

Suspira, y se levanta, quedando sentada en el suelo, con la cara enterrada entre las manos.

-No lo sé ni yo...

-¿Zayn?-pregunto, cruzando una mirada con Lucía, queriendo decir que me deje a solas con ella. Lo entiende, y sale de la salita del avión-. ¿Te dijo algo... cuando te llevó a casa?

Me mira por fin, mordiéndose el labio.

-Blanca...-insisto, pero ella sigue callada-. Bueno, si no quieres contármelo no hace falta, no voy a...

Ya estoy saliendo yo también de la estancia, sacudiendo la cabeza, cuando me habla:

-No. Sí quiero hablar.

-Bien, entonces habla. ¿Quieres un vaso de agua?

Se encoge de hombros, así que en vez de agua, traigo refrescos del pequeño armario de bebidas.

Luego me siento junto a ella en el sofá.

-¿Te dijo... o hizo algo?

-Meli, él, no sé que pretende...

-¿Pretende haciendo qué?

-Primero se pone muy... por así decirlo, cariñoso... y luego de repente brusco. No lo entiendo.

-Si me lo cuentas así yo me entero aún menos-replico-. ¿Puedo saber qué pasó cuando te llevó al hotel?

Se vuelve a morder el labio.

-Le pregunté que qué pasó con Perrie... bueno, no, él me lo dijo.

-¿Y...?

-Me dijo que era mi culpa...

-¿Tu culpa?-estallo, interrumpiéndola-. ¿Zayn dijo eso? ¿Cómo te culpa por eso...?

-Melissa, déjame hablar-corta, seria-. Dijo que ella creía que Zayn tonteó conmigo... en el concierto.

-Ah... ¿Y tanto te duele eso?-«MELI- me digo-. ¡Cómo dices eso! ¡Boba!». Ahora se cabreará, seguro.

-No, eso no es.

-¿Entonces?

-Es que... cuando salí del coche... Se acercó y...

-¿Te besó?

-¡Meli!-exclama, y el rubor sube a sus mejillas-. No. Bueno, casi... pero luego me apartó, bruscamente. No sé a que juega-su voz se ha roto otra vez.

-Ah, tiene novia, chica. ¿Qué esperas?

-No quiero que juegue conmigo, eso es todo.

-¿Crees que juega contigo?

-No sé qué pensar... Zayn es una buena persona... por eso me duele pensar siquiera que juega conmigo, pero no lo entiendo... Oh, ¿qué hago?

¿Sabéis esos momentos en los que quieres ayudar a una amiga, pero no veis la forma, ni os salen las palabras? Pues este es uno de esos momentos de impotencia.

-Meli, yo quise siempre llevarme bien con ellos, ser su amiga... confiar, reír... y ahora que lo podría haber tenido lo he estropeado todo.

-Están los otros cuatro, y además...

-¿Los otros cuatro? ¿Recuerdas cuando decíamos que One Direction no sería nada sin uno de los cinco? Pues esto es igual.

-Todavía puedes...

-¡No!

Empiezo a perder los nervios, sobre todo porque sé que no conseguiré animarla, justo cuando su móvil suena. “Zayn”, se ve en la pantalla.

-¡Ah, por Dios! Ya sabía yo que debería haber apagado el móvil-ha estado otra vez llorando, y ahora se seca las lágrimas con la mano, furiosa-. ¿Ahora qué quiere? No puedo... Meli, cógelo tú.

-No, no lo voy a coger. Todavía puedes arreglar las cosas, pero tienes que hacerlo sola.

Me levanto y me voy a dónde creo que encontraré a Lucía.

Narra Zayn

«¿Por qué llamas?» me pregunto. Me dijo Liam hace media hora que hiciese esto, y creo que no ha sido buena idea.

-Vi su cara al ver que hablabas con Melissa. Vi la cara que puso al oír que seguías mal por Perrie. ¿Qué pasó?-me dijo Liam. Yo había dudado, pero le había respondido que la culpé por la pelea con Perrie. No le conté toda la verdad, claro está.

Y aquí estoy, con el número de Blanca marcado, y el teléfono irritando mi oído con el pitido que indica que está comunicando.

No va a responder, o eso parece. Me siento confuso. Todavía no he arreglado las cosas con Perrie, y tampoco sé por qué actué así con Blanca. Me sobresalta un “¿Qué?” de voz quebrada e irritada, al otro lado de la línea.

-¿Blanca?

-¿Qué quieres?

¿Habrá llorado? Porque su voz suena ronca, además de cortante y enfadada... o dolida.

-¿Estás bien?

-No me llamarías sólo para preguntarme eso.

-Bueno, para pedirte perdón... y desearte suerte para los conciertos.

-¿Perdón? ¿Debo entender que te sientes culpable? ¿Por qué?

-Me dijo Liam que lo hiciera y creo que...

Hay un silencio, que me resulta eterno. No debería haber dicho eso, lo sé, pero ya está hecho. Ahora todo el enfado que sienta se habrá duplicado.

-Claro. Claro que te lo pidió Liam. No ibas a llamarme para pedir perdón-suena seco, como un filo hecho de arena ardiente que pone fin a la llamada.

-¡Zayn!-es María, que aparece en la puerta de entrada.

-Ya voy-murmuro, y me uno a ellos, entando en la casa.

-Decíamos que podríamos ir a algún sitio a pasar lo que les queda a las chicas de vacaciones-cuenta Harry, sentado en el sofá de la casa de Liam, a donde vinimos cuando Melissa, Blanca y Lucía fueron al aeropuerto.

-¿Como cuál?-pregunto, sin muchas ganas.

-Pensamos en la casa que tiene el tío de Louis en el campo-repone Niall, mordisqueando un caramelo, con cara de concentración.

-¿Te parece bien el plan?-quiere saber Louis.

-Estará bien, deberíamos descansar un poco de todo esto, sí-admito.

-Genial, pues podemos partir mañana- Louis se levanta del asiento y se estira como un gato-. ¿A qué hora estaréis listos?

-Pregúntatelo a ti mismo, Tommo-repone Harry, y Louis le lanza una mirada de soslayo-. Eres el que siempre tarda tanto en preparase.

Louis bizquea, lo que arranca varias carcajadas entre el resto.

-Bueno, tal y como está todo, creo que deberíamos ir yéndonos, avisar en la residencia, y preparar todo-Clara se ha levantado, y se alisa la camiseta, que se había arrugado.

-Clara tiene razón, o no saldremos nunca-Noelia se levanta también, y le tiende a María una mano, para hacer que ésta se mueva de su sitio.

-¿Os llevamos?-intervengo, dispuesto a ser de ayuda, pero Clara niega y me da un golpecito en la cabeza, poniéndose de puntillas un poco.

-No hace falta, ya habéis hecho mucho, en serio.

-No lo haríamos si no os lo merecieseis y si no nos cayeseis bien- Harry la atrae hacia sí cogiéndola por un brazo, y le da un beso en la frente, que produce que el rubor suba a sus mejillas y que suelte un risilla.

«Así debería tratar a Blanca, y no como lo hago»

-Muchas gracias por todo chicos, esto no deja de ser un sueño y algo exagerado- Noelia se tira de un mechón de su pelo castaño, y Niall la imita, tirando del resto del cabello, a lo que ella responde con un: “Ay” y una colleja cariñosa en la mejilla.

-Payaso, ahora verás-espeta, riendo, y sale corriendo tras Niall, que ya ha huido.

-¡Oh, genial, así no nos iremos en la vida!- María ha alzado las manos en un gesto teatral y suspira.

-Admite que no quieres irte-replica Louis, con voz pícara.

-Admite tú que nos queréis aquí-repone ella, en el mismo tono.

-Lo admitimos- Liam se cruza de brazos y sonríe. Louis y María se giran hacia él.

-¿Ah sí?-dice ella, con una sonrisita triunfal.

-¡Liam! ¡Che!- Louis finge espanto.

-¡Che! Eso digo, yo- repone Clara, y acto seguido se coloca las manos a modo de bocina ante la boca-. ¡Noelia! ¡Horan! ¡Vamos ya!

Una figura de pelo rubio... manchado de rosa entra por la puerta de la cocina. Tras Niall está Noe, riéndose sin parar, y con la cara medio rosa.

-¿Qué diablos?-empiezo, pero Noelia señala a Niall y pregunta:

-¿Os gustan sus mechas?

-¿Y a vosotros su maquillaje?-dice Niall a su vez.

-¿Qué habéis hecho?-exclama Clara, conteniendo la risa a duras penas.

-Nada... guerra de fresas, lo normal- ríe Niall.

-Uy, si, muy normal desde luego, es el arma de moda... - María enarca una ceja, y mira a Niall, Noelia, Louis y Harry, que se ríen como cuatro locos.

-¡Las fresas! ¡Yo las quería de postre!-protesta Liam.

-Venga, guerrera loca, vamos ya para casa.

Noelia deja de reír y se despide de Niall con un abrazo. Va a abrazar a Liam, cuando este salta hacia atrás.

-Ni hablar, no quiero acabar como vosotros.

Con un encogimiento de hombros, va a abrazar a Louis, pero este sale corriendo. Noe bufa y pone los ojos en blanco.

-¿Alguno me dará un abrazo?

-¡No!-responden, con una coordinación repentina. Yo niego-. Mala gente...

-Mala gente vosotros, que usáis mis fresas como arma- Liam sonríe, y su enfado fingido no resulta creíble, la verdad.

Las chicas recogen sus bolsos y salen por la puerta. Liam les da indicaciones hasta la parada de metro más cercana, y cruzan la valla del jardín y se alejan, hablando de sus cosas, felices.

«Yo a Blanca no la dejé feliz».



Narra María

Caminamos hacia la parada que nos dijo Liam, riéndonos de la cara manchada de Noe y bromeando sobre la supuesta nueva moda de Niall, teñido de rosa.

-Chicas, ¿no os parece raro?-pregunto de pronto, mientras las farolas derraman su luz naranja sobre nosotras. Por alguna razón, me viene “More than this” a la cabeza; puede que sea este ambiente feliz y tranquilo, juntado con el aire nocturno. El tiempo con los chicos pasa tan rápido... Parece como si sólo hubiésemos estado media hora en casa de Liam, y no todo el día. Casi se nos había olvidado comer y todo, pero Niall nos lo recordó sobre las cuatro, y todos nos dimos cuenta del hambre que teníamos. Habíamos jugado a juegos de mesa, hecho bromas, guerra de almohadas incluso. Habíamos subido fotos a Instagram y a Twitter, junto con tweets de bromas o cosas que creíamos que merecía la pena contar a las fans. Me pregunto ahora cómo habrán reaccionado... tendré mi cuenta repleta de menciones. Y después de todo, me paro a pensar en todo lo que ha pasado, y no creo que pueda ser real.

Clara responde a mi pregunta entonces:

-¿Raro? María, que Niall no se ha teñido en serio...

-No es eso, tonta. Digo, que si esto no os parece raro... todo lo que nos está pasando, con los chicos, que si no os parece irreal. Porque a mí sí, aunque lo asimilo de cierta manera.

-Sí, es verdad, todo esto es increíble. Nunca pensé que de verdad podría pasar...- admite, con un tono emocionado y soñador.

-Si lo piensas... crees estar en un sueño, ¿verdad?-añade Noe, en un susurro.

En ese momento bajamos al subsuelo donde se extiende la red de metro londinense. Me llama la atención un hombre que cambia uno de los carteles de la pared. El cartel que quitan es el del concierto de Blanca; una oleada de alegría y orgullo me recorre, juntada con incredulidad. Niego con la cabeza y reprimo las lágrimas.

Oímos el ruido del vagón del metro antes de que nos de tiempo a decir nada sobre el cartel, y Noe grita:

-¡Corred!

Salimos disparadas por los pasillos del metro, riendo como tres locas, bajando escaleras con el riesgo continuo de poder caernos.

Nos metemos en el tren justo cuando las puertas se cierran con un último pitido, y nos quedamos de pie, porque no hay sitio para sentarse.

-¿Hablamos en español a ver si se quedan un poco boquiabiertos?-propone Clara.

-Vale, di algo tú anda- replico con una risotada.

-¡Hola gente! ¿Qué tal todo?-casi grita, y Noe corre a taparle la boca, pero ya está hecho; todos nos miran. Ella sigue, apartando la mano de Noelia-: ¿Qué? Soy preciosa, ¿verdad? Lo sé, enamoro-exclama, poniendo a la última palabra un matiz seductor.

Cuando nos bajamos en nuestra parada y subimos las escaleras, Noelia, roja como un tomate, le espeta:

-Oh, qué tonta eres. Es que de verdad que...

Clara se ríe como una posesa.

-¡Ha sido genial!

-Ya, todo un espectáculo de payasos- intervengo.

-Pues, sí. Ale, estudiaré para payasa del circo.

-Pues claro, andas como un pato mareado- Noelia la mira de soslayo, burlona.

-¡Si claro! Y tú como un caracol.

-Los caracoles no andan-replica Noe.

-Pues por eso mismo- empieza a reírse otra vez, y me contagia la risa. Noe arruga la nariz y se echa también a reír.

Ya cuando flanqueamos el portón de la zona residencial de la universidad, suspiro, y digo:

-Definitivamente, todo lo que nos ha pasado es un sueño. Es, en una palabra...

-Perfecto-sonríe Clara, y nos abrazamos.