Narra
Clara
La lluvia cae ligera del cielo plomizo
desde primera hora de la mañana. Como llevamos aquí por lo menos
veinte minutos, el pelo ya está bastante húmedo y la ropa se nos
pega a la piel. ¿Dónde están los chicos?
Ésa es la pregunta que formula María,
justo en el momento en el que las ruedas de un vehículo entran en el
charco de la calzada y nos empapa hasta la cadera.
-¡Me cago en...!- suelta Melissa.
-Ese vocabulario, Meli- es Brett, que
sale con Louis del primero de los dos coches.
-¿Brett?- suelto. No me lo esperaba
aquí.
-Sí. Los chicos me comentaron el plan
y que si me quería venir, y acepté. ¿Cómo os va todo?
-Bueno, a parte de que acabas de
empaparnos con el coche y que llegáis tarde...- replica Melissa, con
los brazos en jarras.
-Eh, que lo del coche no es mi culpa,
bonita. Conduce Louis- le señala, con un dedo acusador.
-Pero sí es tu culpa- Louis se echa
el pelo para atrás, con expresión burlona-. Sin tí el coche
pesaría menos, y no habría levantado tanta agua...
Nos echamos a reír, y Brett arruga la
nariz, conteniendo una sonrisa a duras penas.
-Bueno chicas, ¿vamos?- dice Harry,
saludándonos con un gesto de la mano desde la ventanilla.
-¿Cómo va hoy el reparto?- quiero
saber, con una sonrisa.
-Por ejemplo- repone él-. Podrías
ser mi copiloto.
Abre la puerta y señala el asiento
vacío junto a él. Con una risita, me acerco y me siento. Harry se
inclina y me da un beso en la frente. No puedo evitar pensar en la
reacción que habría tenido de no conocerle ya de algunos días. Aun
en esta situación una descarga de emoción me estremece.
-¿Contigo? Seguro que tienes alguna
fresa para estampármela en la cara o algo- está diciendo Noe,
mirando a Niall con las cejas arqueadas.
-Que no... Ahora soy el famoso
Estampador de Fresas, ¿no?- replica el rubio.
-Venga Noe, te puedes fiar de él-
dice Zayn. Noelia le mira de soslayo, suspira y se sienta junto a
Niall, completando nuestro coche.
Louis conduce, como dijo Brett, el
otro coche. A su lado está Liam, en el asiento de copiloto. María y
Meli se ponen atrás, y arrancamos.
El viaje en coche pasa entre risas,
bromas, piques de Niall y Noe que acaban en carcajadas, y silencios
incómodos.
Llegamos a la casa del tío de Louis
cuando el sol está ya metido hasta su ecuador en el horizonte. Me
quedo mirando la luz naranja que tiñe el cielo, perfilando las nubes
de una manera que produce un ambiente mágico. Hasta que noto que
alguien me sacude por los hombros. Alzo la cabeza, y me encuentro con
los ojos verdes de Harry. Sonrío, y le dejo que me ayude a
levantarme del asiento.
La finca tiene un extenso campo de
cultivo, y ahora mismo atravesamos los maizales, que me llegan por el
cuello. Casi sin darme cuenta, busco la mano de Harry, que camina
ante mí. Él me la agarra, y atravesamos el campo de maíz así.
La casa del tío de Louis es una casa
de campo blanca, grande, pero de una sola planta. O bueno, una sola
planta en uso; la segunda es para secar los cereales, según nos dice
Louis.
Entramos en un cuarto que parece una
sala de estar decorada al estilo rústico; hay dos sofás rojos con
la tela algo gastada con una mesa baja delante, una cómoda de madera
vieja detrás de los sofás, estantes llenos de libros, una chimenea
de ladrillo y dos alfombras desgarbadas en el suelo.
-¿Y qué queréis hacer?- dice Harry,
todavía con los dedos enlazados con los míos. Niall mira nuestras
manos con una mueca burlona, y yo me apresuro a soltar a Harry, con
las mejillas encendidas. Él me mira, interrogante; no ha visto la
mirada de su amigo.
-He pensado- empieza a decir Louis,
con cara de superioridad- que podríamos hacer una hoguera. Sé un
buen sitio.
-¿Y comer alrededor de ella y
cantar?- pregunta Noe, con ojos brillantes-. Eso es lo que siempre
soñe que hacía con vosotros.
Niall pone cara de alarma, y tardo un
segundo en comprender a qué se debe; ha pensado de otra forma la
última frase de Noelia.
Mi amiga le da una torta en la cabeza.
-Tonto, que eres tonto en serio.
Un momento después, ambos ríen como
dos locos.
Cogemos parte de la comida que hemos
traído y la metemos en otras bolsas.
-¿Iremos en coche?- pregunta María
cuando está todo guardado.
-¿En coche? Estamos en el campo-
replica Louis, fingiendo alarma.
-Ya bueno, a lo mejor está lejos el
sitio ese tuyo- se defiende ella, levantando las manos.
-Si lo que te preocupa es cansarte por
el peso de las provisiones- Liam se acerca a ella y le hace alzar la
barbilla para que lo mire-. Te llevo yo tu bolsa.
Veo cómo el rubor sube a las mejillas
de María, y casi noto las emociones que vibran en su interior.
-No Liam...
-Sí, María- le quita la bolsa de las
manos y se dirige al resto-. ¿Vamos?
-Yo... recomiendo que cojamos algo de
abrigo, hará fresco- indica Harry, y no puedo estar más de acuerdo
con él.
Momentos más tarde rebuscamos en
nuestras maletas, que hemos metido en el salón.
Yo me llevo un jersey de color rojo
apagado y un gorrito de lana que me hizo mi abuela ya muchos años
atrás y me uno al resto, que ha sido más rápido.
Cuando franqueo la puerta, me doy
cuenta de que tengo que ponerme ya mismo el jersey, por lo que me
acerco a Harry y le toco el hombro.
-¿Puedes sujetarme esto?- indico la
bolsa que cuelga de mi hombro.
Él arquea las cejas, divertido, y
dice:
-¿No te estarás haciendo ilusiones
de que te lleve la bolsa como Liam la de María?- se burla, y le doy
un codazo.
-Pues claro que no, Harold. Prefiero
llevarla yo. Es más, ni en mis sueños más locos te dejaría
llevarla. No me fío- replico, sacando la lengua y poniendo la bolsa
en sus manos.
-Oh, pues ahora me enfado. Yo soy de
fiar, señorita mía.
Saco la cabeza por el hueco del jersey
y me dispongo a recuperar la bolsa, pero él me para con una mano y
acerca sus labios a mi oreja derecha; el aliento me cosquillea en la
piel.
-¿Señorita tuya? Si ya sabía yo que
me amas- finjo superioridad, pero la voz me tiembla un poco debido a
la cercanía de su boca.
Noto sus labios moverse contra mi
oreja, pero antes de que diga nada, una voz se burla.
-Bueno, bonita escena amorosa. Lamento
interrumpir, pero tenemos que irnos ya. Tendréis tiempo luego- dice
Louis. Harry bufa y se separa rápido de mí.
Si esperaba una réplica hacia su
amigo, me llevo una decepción. Harold sigue caminando, en silencio.
Yo me pongo junto a María y emprendemos la marcha.
Narra
María
El crepitar de las llamas acompaña a
la guitarra de Niall, que está comprobando si está afinada. Me giro
para mirar a Liam, que está recostado contra un tronco, y sonríe.
Hemos tardado media hora para llegar
hasta aquí, pero es un sitio muy agradable; un claro en medio de un
bosque en el borde de los campos de cereales. Los sonidos de los
grillos dan un ambiente relajado y mágico a todo; siempre lo he
pensado.
El reflejo de las llamas en el rostro
de Liam marca sus curvas y perfila sus labios y su preciosa sonrisa;
su piel parece más suave y tostada y sus ojos brillantes. No habla
con nadie, simplemente sonríe, con la vista fija en las llamas, con
esa expresión que todos adoptamos cuando nos sentimos felices y
libres. Todo esto lo hace aún más perfecto, si es posible, y no
puedo reprimir las ganas de sentarme junto a él.
Alza la mirada al verme, y otra vez mi
corazón da un vuelco. Ya no sólo por el hecho de ser mi ídolo, si
no también por la forma en la que es como persona, y como me trata.
Me siento, y él alza la mano para
apartarme los mechones de la cara.
Niall empieza a tocar los primeros
acordes de una canción que no conozco, pero que añade ambiente,
Harry y Clara están sacando la carne para hacerla en la hoguera, y
Noelia mira los dedos de Niall sobre las cuerdas de la guitarra.
Brett ha ido a algún sitio y Zayn está apartado, con la cabeza
gacha y la boca tensa.
-¿Que le pasa a Zayn?- le pregunto a
Liam, preocupada.
-Problemas.
-¿Con Perrie?
-Principalmente, pero también creo
que es por Blanca...
-¿Blanca?
-Se portó... de una forma rara con
ella, y creo que se han enfadado o algo. Tampoco estoy muy al
corriente.
-Ah- no sé qué decir.
-¿Debería animarle?
-¿Tú qué sientes?
-Bueno, soy su amigo, debería...
-¿No lo has intentado? No lo creo.
-Lo intenté, es cierto, pero...
-Tal vez necesite espacio y tiempo.
-No me gusta verle así- repone él, y
la sonrisa se ha convertido en una mueca preocupada. Le pongo la mano
sobre el hombro.
-¿Queréis?- Clara nos ofrece un
pincho de carne asada, y Liam lo coge y me lo ofrece. Luego toma otro
para sí mismo.
El tiempo discurre entre bromas,
canciones y juegos de cartas y de palabras. Cuando el cansancio
empieza a apoderarse de algunos, ya acurrucados en sus mantas, veo
que Liam se aleja del grupo, y tras un momento de vacile, me levanto
para ir tras él.
Echo un vistazo al grupo; Harry y
Clara apoyados espalda contra espalda, arropados y con los ojos
cerrados, Louis echando hojas a la hoguera con pinta aburrida, Niall
toqueteando las cuerdas de la guitarra lentamente, Noe tumbada en el
suelo con Brett sentado al lado y Zayn con los ojos abiertos de par
en par mirando a las copas de los árboles.
Rozo con la mano el tronco del primer
árbol de la fila, y me apresuro tras Liam, poniendo cuidado en no
hacer demasiado ruido al pisar.
Un cielo estrellado de color azul
marino. Un trozo de hierba más alta sobre la colina. Una figura
sentada que se recorta contra la luz de la luna. El ambiente parece
sacado de una película, algo mágico... Mis pies tropiezan con las
raíces del último árbol, y caigo al suelo, sobresaltando a Liam,
que se vuelve. Genial, viva yo.
-María- dice, y se me acerca-. ¿Estás
bien?
-Perfectamente, no es nada... es que soy un poco torpe, ¿sabes?
-Perfectamente, no es nada... es que soy un poco torpe, ¿sabes?
-Yo no lo creo- me tiende una mano,
que acepto sin dudar. El contacto me produce vibraciones-.¿Me has
seguido?- tira de mí para levantarme, y nuestros rostros quedan muy
cerca; puedo notar el calor de su respiración en mi piel.
Noto que el rubor sube a mis mejillas;
carraspeo para aclararme la garganta, me separo un poco y miro al
suelo.
-Bueno... es que... como todos estaban
dormidos, pues...
-Da igual- ríe suavemente-. No tienes
que explicar nada. Además, no me molestas en absoluto.
Se sienta de nuevo sobre la hierba, y
me hace un gesto para que me coloque a su lado. Lo hago, y él alza
la vista hacia las estrellas. La brisa nocturna me acaricia el
rostro.
-Bueno, ¿y qué sientes?
Esa pregunta me ha pillado por
sorpresa. En parte porque me he quedado embobada mirándolo.
-¿Qué siento? Liam...
-Con todo esto. Estar con nosotros,
conocernos. Tenía entendido que erais fans.
-Fans no- repongo, y él me mira,
desconcertado. Río-. Directioners.
Me dedica una sonrisa más cálida que
el fuego de la hoguera.
-¿Qué se siente?
-Es como... algo que vives en el
momento. Cada vez que estoy con vosotros... lo disfruto como nada.
Soy feliz, completa... Pero luego si me paro a pensar... me parece
irreal, lejano, como algo que no puedo palpar, como si fuese un sueño
y fuera a despertar en cualquier momento. Y es que... siempre soñamos
con esto. Pero nunca lo creímos posible.
-Los sueños se cumplen.
Noto sus dedos rozándome el pelo,
enredando un mechón en ellos.
-Nunca creí que con este fuese a
pasar.
-Mira las estrellas- dice, de pronto,
y me alza la barbilla con suavidad.
Distingo en seguida la Osa Mayor. Aquí
las estrellas brillan muy fuerte, por la poca iluminación del campo.
Es como si todas las estrellas contuviesen un sueño. O miles, y los
sueños alimentasen su brillo.
-¿Ves la Estrella Polar? ¿Más
brillante que el resto?- susurra. Asiento-. Pues esa es la estrella
que tenía tu sueño, y brilla así de fuerte porque era un sueño
que iba a cumplirse. Y se ha cumplido. Tú eres esa estrella, María.
Lo eres... para mí.
Mi corazón late tan fuerte que creo
que se va a salir del pecho. He salido con chicos, pero ninguno me ha
dicho nada igual. Nada tan bonito. Y que venga de Liam... Además, ni
siquiera estamos juntos. Le miro. Él tiene los ojos fijos en los
míos, con la sonrisa todavía en el rostro. El silencio lo
interrumpe una pequeña sombra que revolotea frente a nosotros. Liam
la coge, hábil y delicadamente. Es una mariposa. Me la pone delante;
la luz de la luna y de las estrellas incide en ella, haciendo que
parezca plateada y mágica.
-Cógela. No la dejes escapar.
Parpadeo. Liam me acerca el animal. No
sé que hacer, me he quedado embobada.
Finalmente, me lo coloca sobre la
nariz. No me muevo; me hace cosquillas de una forma agradable. Miro a
Liam a los ojos, que brillan, reflejando las constelaciones.
Reflejando los sueños. Coloco las manos alrededor de la mariposa.
-Tú eres como una mariposa- me
susurra-. Frágil, ligera, fácil de atrapar, pero difícil de
mantener conmigo, porque tienes la libertado de escapar. Retenla- me
pide. Mi corazón va demasiado rápido. Esto no está pasando.
Despierta María, despierta-, retenla para mí. Retenla si tu tampoco
vas a escapar.
-Liam... Yo no te dejaría ir- abro
las manos, y la mariposa no escapa. Se queda s
ahí, mientras Liam acerca su rostro
al mío. Me roza la nariz con la suya. Luego sonríe, con las frentes
juntas. El mundo ha desaparecido. Sólo estamos él y yo, y los
sueños de las estrellas, y la mariposa, posada entre nosotros-.
Déjala volar, déjala que se lleve este momento con ella, deja que
se lleve nuestros sueños. Porque para tener algo, hay que dejar
escapar algo. Déjala volar y así la retendremos- las palabras salen
solas, por arte de magia, de mi boca.
El animal, como si me hubiese
entendido, alza el vuelo, muy delicadamente, mientras las curvas de
nuestras sonrisas siguen ahí.
-Te quiero. Y no sé por qué- dice él
finalmente. Mis manos van a su pelo, revolviéndolo. Y él me las
coge, posándolas junto a las suyas en la hierba.
La Estrella Polar sigue brillando.