Narra
Blanca
Estrecho con más fuerza mis piernas
contra mi tronco, para darme calor. Subo la manta hasta el cuello y
me agazapo contra la pared junto a la cama. Las sábanas tienen un
tacto suave, pero frío y seco a la vez; mi cara está pegajosa a
causa de las lágrimas de anoche. ¿Qué hora será?
Saco la mano de mi refugio hecho de
mantas, y un desagradable frío me palpa la piel. Tanteo el suelo en
busca del móvil, hasta que lo localizo y lo subo. En la pantalla
aparecen los números que marcan la hora: las cinco y media; tengo
que dormirme ya, o no podré despertar a la hora marcada.
Pero no puedo. Me siento confusa y
enfadada. Enfadada conmigo misma por tener esta relación tan fría y
mala con Zayn... mi ídolo, al que siempre quise a mi lado como un
amigo -o algo más-,como alguien a quien apoyar y en quien confiar.
La conversación telefónica no mejoró nada tampoco, y mis
remordimientos aumentan cada vez. Quiero arreglarlo, sí, pero cuando
tengo una oportunidad, lo único que hago es arremeter una y otra
vez. «¿Contra él o contra mí misma?».
Muevo bruscamente la mano, y antes de
darme cuenta, el móvil ha salido volando y se ha golpeado contra la
pequeña cómoda de mi dormitorio en el avión; la tapa está por un
lado, la batería por otro, y el resto se ha colado bajo el mueble.
«Que se rompa».
Me llevo las manos a la cabeza y
engancho los dedos en el pelo, tirando de él, arrancándolo. Tras
cinco minutos más, me rindo y me incorporo lentamente. Me
estremezco. Pero no hace frío, es que yo me siento fría por dentro.
Alcanzo la bata negra que cuelga de un gancho, meto mis pies en las
zapatillas y salgo a la estancia principal; una con un sofá, una
mesa baja y unos armarios con provisiones. Me dirijo a estos últimos
y saco la bolsa que contiene la tila y el aparato de calentar agua.
En realidad, nunca me ha gustado el té
ni las infusiones, pero tampoco hay mucho más ahora mismo, así que
acerco la taza a los labios y tomo un sorbo. Hago una mueca; está
amargo y no tiene mucho sabor, pero al menos está caliente, y eso
acaricia mi garganta.
Cuando me dispongo a volver a la cama,
una figura aparece en la puerta.
-¿Blanca?- Lucía lleva un pijama
blanco, y tiene el pelo enredado. Su voz queda ahogada por un
bostezo.
-No podía dormir. ¿Y tú?
-He oído ruidos y me he despertado-
se encoge de hombros, a la vez que se acerca a mí, mirándome con
curiosidad-¿Qué te pasa?
-Ya lo sabes...
-No muy bien. Me he enterado de que es
por Zayn, pero ¿qué pasa exactamente? Si estas celosa de Perrie...
-No estoy celosa- trato de sonar
firme, pero no me sale, y bajo la cabeza. Lucía se sienta a mi lado
en el sofá.
-¿Entonces? Los celos son algo muy
normal, no tienes que...
-No he sido justa.
-¿Justa?
-Con él. Siempre soñé con esto, con
conocerles a los cinco, con ser su amiga... y ahora que lo tengo, lo
único que hago es pelearme con Zayn.
-Tendrás una razón- repone ella,
dándome un abrazo.
Sacudo la cabeza. Mis dedos juguetean
sobre la taza, ahora templada, tratando de retener el calor.
-Eso pensaba. Pero no sé si es una
razón, o si exagero y...
-¿Cual es la razón?
-Yo... bueno, digamos que sentía-
hago una pausa, trago saliva, y concluyo, en voz más baja-: que
jugaba conmigo.
-¿Por qué iba a hacer eso?- suspira
mi amiga, obligándome a girarme hacia ella.
-Esa es la cuestión. Que estoy
pensando que Zayn hace algo malo... y no. Él es una persona buena,
no juega con los sentimientos. Estoy enfadada.
-¿Con él?- pregunta, sorprendida.
Esbozo una mueca irónica.
-Conmigo misma.
Narra
Liam
He pensado varias veces esta noche
sobre lo que viví con María. La verdad es que en ese momento no
pensaba lo que decía; simplemente salía, de dentro. No sé lo que
siente ella, pero tampoco conozco bien mis propios sentimientos.
Sólo se una cosa con certeza: que la
quiero.
Algo caliente se enciende en mi
interior al pensar en ella. Es pequeño, pero está ahí, y no lo
puedo ignora. Me doy cuenta de que quiero pasar más tiempo con
María, conocerla más. Pero no sé qué quiere ella, y si sabe lo
que conlleva estar más tiempo conmigo; las fans la insultarían, la
amenazarían. Miles de medios de comunicación inventaría rumores
desagradables, y no quiero tampoco que ella se sienta incómoda de
esa manera.
Giro la cabeza para mirar la hora; las
cinco y media. Debería dormir, la verdad, pero quiero aclarar mis
pensamientos, poner orden a mis sentimientos y hablar con María.
Pero ahora, aunque lo necesite, no puedo. No voy a despertarla.
-¿Liam?
La voz viene de la puerta, y me
incorporo para ver quién es. Aunque ya lo sé, por la voz.
-María, ¿qué haces despierta?
Se encoge de hombros. Quiero hablar,
tengo que aprovechar que está despierta... pero no sé qué decirle,
la verdad.
-¿Quieres... quieres que vayamos al
jardín?- pregunto, inseguro.
-De acuerdo, pero yo voy a coger un
vaso de leche caliente, eso me relaja.
Sonrío, y me pongo en pie para
seguirla hasta la cocina. Acabo tomando yo también una taza caliente
en mis manos, y salimos al jardín de la casa.
La brisa nocturna nos da la
bienvenida, y veo como María se estremece. No dudo; le paso la
chaqueta que llevo encima.
-No, no la necesito, de verdad- la
rechaza, con un gesto de las manos. Pero disimula sus temblores a
duras penas.
-No me mientes- replico, sonriente, y
la acorralo contra el muro de la casa.
-Liam...- noto su aliento en la cara,
y me recuerda a la escena de unas horas antes.
Meto su brazo en una de las mangas,
mientras la atraigo hacia mí para pasarle la chaqueta por la
espalda. No deja de mirarme de una manera intensa y turbadora.
Cuando voy a pasar el otro brazo por
la manga... me atrapa y me hace chocar contra la pared y la mitad de
su propio cuerpo, riendo.
-Eres mala.
-No necesito a un caballero- replica,
guiñando un ojo.
-Ah, me intento apartar, pero ella se
acerca otra vez y me vuelve a pillar por sorpresa-, pues me voy
entonces, princesa nonecesitoauncaballero.
Se me queda mirando, y aprovecho para
empujarla y hacerla caer suavemente sobre la hierba. Luego me agacho
a su lado y le termino de colocar la chaqueta.
Nos miramos a los ojos, y antes de que
pueda decir nada, me rodea el cuello con los brazos, abrazándome.
Sonrío, y la estrecho entre mis brazos, contento.
Narra
Clara
Para cuando bajo a desayunar, todos ya
están allí. María, Liam y Louis charlan en los sofás, Niall y Noe
están saliendo de la cocina, Zayn está sentado con una taza en las
manos y a Harry no lo veo.
-Buenos días, dormilona- Brett
aparece de pronto ante mí.
-Buenos días- sonrío, y me acerco a
la cocina para prepararme el desayuno. Cuando vuelvo, veo que todo el
mundo ya está acomodado y hablando, por lo que decido salir
discretamente al jardín.
Me encuentro con un Harold tumbado
sobre una toalla en la hierba, con un sombrero protegiéndole la cara
del sol matutino. Sonrío y me acerco a él, con intención de darle
un susto...
Pero cuando estoy a punto, es él el
que se levanta y me agarra. Sorprendida, lanzo un gritito y caemos
sobre la hierba. Harry estalla en carcajadas.
-¿Qué? Tú tienes ojos en el
sombrero- le digo, conteniendo la risa que él me ha contagiado.
-Claro, y tentáculos en los dedos.
-Pulpo.
-Seré un pulpo, pero no uno
cualquiera; soy un pulpo de tierra- finge una mueca seria.
-Mi pulpo de tierra- repongo,
sonriente.
-Egoísta.
-¿Me lo tomo como un cumplido?
-Como usted vea, señorita- dice la
última palabra en español, y me hace gracia su acento, pero a la
vez me hace estremecerme. Mi ídolo, hablándome con toda
normalidad...
Sacudo la cabeza, y vuelvo a mirar...
me encuentro con sus ojos verdes, esos ojos que me cautivaron desde
el primer día, que me iluminaban en sueños... ahora fijos en los
míos. Y me pregunto si verá lo feos que son- según lo que pienso
yo-.
-Guapa- dice, otra vez en español, y
se acerca, con su preciosa sonrisa tironeando de sus labios.
Mi corazón se descontrola al tenerlo
tan cerca, y creo que de un momento a otro se lo vomitaré en la
cara.
-Clara.
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Siento tardar tanto en subir, pero es que no encuentro mucho tiempo para ponerme a escribir. Espero que este capítulo os guste tanto como el resto, y ya sabéis... i would love to see some comments, here or on twitter :D xx
Blanca xx
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