Living The Dream

miércoles, 12 de marzo de 2014

Capítulo 27

Narra Liam

Pasa otra semana más y María no despierta. Mi angustia crece tanto que me cuesta concentrarme en otra cosa que no sea reprimir mis propias lágrimas. Según los chicos ahora como menos, y en cuanto a las chicas... las destroza verme así; ahora no son sólo fans en el fondo de su corazón, sino también amigas. También a mí me duele verlas tan tristes y hundidas, y me siento mal por ser el culpable, pero la ausencia de María me está carcomiendo con más fuerza de la que nunca habría imaginado. El único deseo que arde en mi corazón es verla despertar y poder mecerla de nuevo entre mis brazos. No dejarla escapar nunca más.
En este momento nos hayamos en una de las salas de estar del hospital. Noe y Niall se comportan de una manera rara desde hace unos días, y las chicas tratan de alegrar el ambiente inventando cotilleos sobre lo que ha pasado entre ellos. Noe pone los ojos en blanco cada vez que oye uno, y Niall se pone rojo y niega con la cabeza. Meli tiene la cabeza apoyada en el regazo de Louis, que le cuenta alguna anécdota que le ha pasado con sus hermanas. Clara y Lucía se encuentran en otro sofá con Harry. Las miradas que cruzan Clara y Harry de vez en cuando son cálidas, y trato de alegrarme por lo que pueda estar pasando entre ellos. No lo consigo. Noe se ha dormido en un sillón, o trata de volver a dormirse, porque Niall no para de hacerle cosquillas. Blanca lee un libro en otro asiento, apartada del mundo por los cascos. Las tazas de té reposan vacías sobre la mesa. La mía contiene todavía el líquido, frío e intacto, entre mis manos. Zayn no se encuentra con nosotros; supongo que estará con Perrie, que ha tenido que acudir hoy a una revisión por su pierna rota. Poco a poco todos callan, y un silencio turbio cae sobre nosotros. Blanca acaba levantándose y saliendo de la sala, con la frente fruncida. Siento que necesito ver a María. Un minuto más tarde me encuentro en la puerta de su sala. No está bloqueada. Me deslizo al interior con desesperación y me siento en la silla junto a su cama. La puerta se cierra, dejándonos solos con el pesado silencio.
Deslizo mis dedos por su frente y aparto el pelo de su cara con delicadeza. Su piel está pálida y fría, lo que me lleva a posar la mano en su pecho. Sólo me calmo cuando noto los latidos de su corazón, irregulares pero presentes, en mi mano. Entonces me doy cuenta de dónde reposa mi mano. Pero no me importa, ahora no.
No cuento las horas que pasan hasta que entra un médico y me echa del cuarto; el tiempo parece detenerse junto al lecho de la inmóvil María. Cuando salgo al pasillo descubro que está desierto. Las máquinas exprendedoras están abandonadas junto a la pared, con los solitarios productos descansando en el interior de los envases, esperando a ser comidos. Un poco más adelante hay unos ventanales. Mientras me acerco lentamente a ellos la luz anaranjada cambia el color de mi piel, y me siento como un parásito extraño y errante sobre la faz de la Tierra.
Si no despierta este vacío quedará para siempre en mi interior.
Las nubes parecen algodón de azúcar en medio de un mar de coral naranja y rosa. La Luna en cuarto creciente asoma tímidamente entre ellas, miedosa a salir antes de que el Sol se haya hundido del todo en el horizonte y le deje el territorio que controla mientras hay luz del día. Deslizo mis dedos por el fresco cristal y pego la frente también.
-Liam- dice entonces una voz suave a mis espaldas.
Es Blanca, que me mira desde una distancia de dos metros. Me separo del cristal y me vuelvo hacia ella.
-Ah, hola.
Me doy cuenta de que parece más pálida de lo habitual, y de que sus ojos parecen algo rojos. Sus manos aferran una caja de cartón pequeña.
-Deberías... deberías comer- me dice entonces, acercándose con la caja por delante.
-No tengo...- empiezo a decir.
-Ya sé que no quieres, pero te tengo que obligar- replica con firmeza-. ¿Has desayunado siquiera?
-Sí, he desayunado, pero nada más.
-Te he traído carne picada con verduras- dice mientras me tiende la caja-. Come.
-No, de verdad que no tengo apetito- rechazo la caja.
-Por favor, come- insiste.
-Yo no...
-¡Come!- de pronto pierde la estabilidad y se le quiebra la voz-. Come ahora. Vas a comer... vas a comer...- tiene las mejillas arreboladas y el rostro crispado en una mueca cansada y algo desesperada. No entiendo por qué insiste de esta forma en que coma-. Hazlo porque... Liam come, por favor- las lágrimas brillan en sus ojos, y no puedo resistir más; cojo la caja que me tiende.
-Blanca, ¿qué...?- pregunto, casi en un susurro.
-No pasa nada. Quiero que comas, eso es todo.
Aparta los ojos, y sé que hay algo más. Algo en su expresión me dice que esto va más allá de mi alimentación.
No comento nada.
Ella observa en silencio mientras me como todo lo que me ha traído. Luego asiente y se marcha por donde ha venido.


Mis párpados todavía luchan por cerrarse cuando salgo al pasillo que conecta las habitaciones de los ingresados con las duchas. Anoche no pegué ojo, pero esperaba que una ducha me despejase. Por desgracia no ha sido así. Tomaría un café, pero mis dedos tirando obsesivamente de mi pelo me dicen que no sería una buena idea.
Me miro las manos y tuerzo el gesto al ver las uñas mordidas hasta la línea en la que se juntan con la carne. A pesar de no haber comido nada bien los últimos días el apetito no asoma, así que me abstengo de dirigirme a la zona de comida; camino derecho hacia la habitación de María.








¡Hola a todos! Lo siento mucho por tardar tantísimo en subir capítulo, pero he estado extremadamente liada y me ha sido imposible. Aquí lo tenéis, espero que os guste.










2 comentarios:

  1. BLANCHUUU me ha encantadooo y no pasa nada porque tardes en subirlo hemos estado de examenes es normaal.ILY Tu enana

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    1. Ay ay Paulita amor<3 Me alegra que te encante:3 Te quiiero enana miiiia!:3 ilysm. Tu Blanchu.

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