Narra Liam
Pasa otra semana más y María no
despierta. Mi angustia crece tanto que me cuesta concentrarme en otra
cosa que no sea reprimir mis propias lágrimas. Según los chicos
ahora como menos, y en cuanto a las chicas... las destroza verme así;
ahora no son sólo fans en el fondo de su corazón, sino también
amigas. También a mí me duele verlas tan tristes y hundidas, y me
siento mal por ser el culpable, pero la ausencia de María me está
carcomiendo con más fuerza de la que nunca habría imaginado. El
único deseo que arde en mi corazón es verla despertar y poder
mecerla de nuevo entre mis brazos. No dejarla escapar nunca más.
En este momento nos hayamos en una de
las salas de estar del hospital. Noe y Niall se comportan de una
manera rara desde hace unos días, y las chicas tratan de alegrar el
ambiente inventando cotilleos sobre lo que ha pasado entre ellos. Noe
pone los ojos en blanco cada vez que oye uno, y Niall se pone rojo y
niega con la cabeza. Meli tiene la cabeza apoyada en el regazo de
Louis, que le cuenta alguna anécdota que le ha pasado con sus
hermanas. Clara y Lucía se encuentran en otro sofá con Harry. Las
miradas que cruzan Clara y Harry de vez en cuando son cálidas, y
trato de alegrarme por lo que pueda estar pasando entre ellos. No lo
consigo. Noe se ha dormido en un sillón, o trata de volver a
dormirse, porque Niall no para de hacerle cosquillas. Blanca lee un
libro en otro asiento, apartada del mundo por los cascos. Las tazas
de té reposan vacías sobre la mesa. La mía contiene todavía el
líquido, frío e intacto, entre mis manos. Zayn no se encuentra con
nosotros; supongo que estará con Perrie, que ha tenido que acudir
hoy a una revisión por su pierna rota. Poco a poco todos callan, y
un silencio turbio cae sobre nosotros. Blanca acaba levantándose y
saliendo de la sala, con la frente fruncida. Siento que necesito ver
a María. Un minuto más tarde me encuentro en la puerta de su sala.
No está bloqueada. Me deslizo al interior con desesperación y me
siento en la silla junto a su cama. La puerta se cierra, dejándonos
solos con el pesado silencio.
Deslizo mis dedos por su frente y
aparto el pelo de su cara con delicadeza. Su piel está pálida y
fría, lo que me lleva a posar la mano en su pecho. Sólo me calmo
cuando noto los latidos de su corazón, irregulares pero presentes,
en mi mano. Entonces me doy cuenta de dónde reposa mi mano. Pero no
me importa, ahora no.
No cuento las horas que pasan hasta
que entra un médico y me echa del cuarto; el tiempo parece detenerse
junto al lecho de la inmóvil María. Cuando salgo al pasillo
descubro que está desierto. Las máquinas exprendedoras están
abandonadas junto a la pared, con los solitarios productos
descansando en el interior de los envases, esperando a ser comidos.
Un poco más adelante hay unos ventanales. Mientras me acerco
lentamente a ellos la luz anaranjada cambia el color de mi piel, y me
siento como un parásito extraño y errante sobre la faz de la
Tierra.
Si no despierta este vacío quedará
para siempre en mi interior.
Las nubes parecen algodón de azúcar
en medio de un mar de coral naranja y rosa. La Luna en cuarto
creciente asoma tímidamente entre ellas, miedosa a salir antes de
que el Sol se haya hundido del todo en el horizonte y le deje el
territorio que controla mientras hay luz del día. Deslizo mis dedos
por el fresco cristal y pego la frente también.
-Liam- dice entonces una voz suave a
mis espaldas.
Es Blanca, que me mira desde una
distancia de dos metros. Me separo del cristal y me vuelvo hacia
ella.
-Ah, hola.
Me doy cuenta de que parece más
pálida de lo habitual, y de que sus ojos parecen algo rojos. Sus
manos aferran una caja de cartón pequeña.
-Deberías... deberías comer- me dice
entonces, acercándose con la caja por delante.
-No tengo...- empiezo a decir.
-Ya sé que no quieres, pero te tengo
que obligar- replica con firmeza-. ¿Has desayunado siquiera?
-Sí, he desayunado, pero nada más.
-Te he traído carne picada con
verduras- dice mientras me tiende la caja-. Come.
-No, de verdad que no tengo apetito-
rechazo la caja.
-Por favor, come- insiste.
-Yo no...
-¡Come!- de pronto pierde la
estabilidad y se le quiebra la voz-. Come ahora. Vas a comer... vas a
comer...- tiene las mejillas arreboladas y el rostro crispado en una
mueca cansada y algo desesperada. No entiendo por qué insiste de
esta forma en que coma-. Hazlo porque... Liam come, por favor- las
lágrimas brillan en sus ojos, y no puedo resistir más; cojo la caja
que me tiende.
-Blanca, ¿qué...?- pregunto, casi en
un susurro.
-No pasa nada. Quiero que comas, eso
es todo.
Aparta los ojos, y sé que hay algo
más. Algo en su expresión me dice que esto va más allá de mi
alimentación.
No comento nada.
Ella observa en silencio mientras me
como todo lo que me ha traído. Luego asiente y se marcha por donde
ha venido.
Mis párpados todavía luchan por
cerrarse cuando salgo al pasillo que conecta las habitaciones de los
ingresados con las duchas. Anoche no pegué ojo, pero esperaba que
una ducha me despejase. Por desgracia no ha sido así. Tomaría un
café, pero mis dedos tirando obsesivamente de mi pelo me dicen que
no sería una buena idea.
Me miro las manos y tuerzo el gesto al
ver las uñas mordidas hasta la línea en la que se juntan con la
carne. A pesar de no haber comido nada bien los últimos días el
apetito no asoma, así que me abstengo de dirigirme a la zona de
comida; camino derecho hacia la habitación de María.
¡Hola a todos! Lo siento mucho por tardar tantísimo en subir capítulo, pero he estado extremadamente liada y me ha sido imposible. Aquí lo tenéis, espero que os guste.
BLANCHUUU me ha encantadooo y no pasa nada porque tardes en subirlo hemos estado de examenes es normaal.ILY Tu enana
ResponderEliminarAy ay Paulita amor<3 Me alegra que te encante:3 Te quiiero enana miiiia!:3 ilysm. Tu Blanchu.
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