Living The Dream

sábado, 18 de enero de 2014

Capítulo 26

Narra Noelia

Jugueteo nerviosa con los hilos de mi jersey fino color granate. Me quito el gorro caído que llevo para alisar mi pelo con las manos. Luego me lo vuelvo a colocar distraídamente. Busco el pequeño bote de colonia del tamaño de una nuez que llevo en uno de los bolsillos de miz vaqueros y me echo un poco sobre el cuello, extendiendo las gotas con la mano. Respiro hondo y me dedico a contar los segundos que pasan; es algo que hago al estar nerviosa. Todavía creo notar el sabor de los labios de Niall cuando me besó en el riachuelo. Me doy cuenta de que parte de mí desea fervientemente volver a tenerlos cerca, volver a sentir su piel acariciando la mía. Otra parte de mi ser retiene ese deseo prohibido y estúpido. Debería ir con más cuidado si no quiero que me pasen ese tipo de cosas. A pesar de todo, cuando veo la cabeza rubia asomar por entre los setos del parque mi corazón se desboca y tengo que reprimir el impulso de correr a sus brazos.
-Niall- la palabra muere en mis labios y toma forma de suspiro. Me avergüenzo de lo estúpida que parezco ahora mismo. Él, sin embargo, me sonríe.
-Noe- parece que me va a abrazar, pero se muerde el labio y me da unas palmaditas en el brazo derecho.
-¿De verdad querías dar una vuelta?- las palabras salen de mi boca antes de que sepa exactamente por qué las he pronunciado.
-¿A qué viene esa pregunta?- titubea Niall, confuso.
No digo nada y bajo la mirada.
-Vamos.
La comodidad que reinaba entre los dos por teléfono se ha esfumado, pero parece que él intenta retomar la relación normal. No sé si me alegra o me decepciona su actitud. Decido que trataré de actuar de la forma más natural posible, porque lo último que quiero es que se vaya y me deje sola.
Se pone una gorra y unas gafas de sol, además de una braga negra para el cuello que se sube hasta la nariz. Espero que no le reconozcan, porque no estoy de humor para paparazzis que revoloteen a nuestro alrededor exprimiendo toda la información posible para luego modelarla a su gusto.
Un coche blanco aparece tras una esquina. Niall saca un pequeño mando a distancia y, pulsando un botón, abre las puertas. Me indica que entre en el asiento de copiloto y él se coloca al volante. El coche arranca y salimos a velocidad media por la pequeña calle. Niall frunce el ceño y trata de recordar cómo llegar a una calle más grande.
Unos minutos más tarde esperamos en un semáforo en rojo que da a una avenida surcada de locales comerciales y pequeños y acogedores bares. Casi de forma inconsciente fijo la mirada en sus sienes, sobre las que el pelo revolotea, mecido por el aire que entra por la ventana entreabierta.
De pronto, el coche para y despierto de mi ensoñación. Me ruborizo al ver que mi mano se ha alzado en busca del cabello de Niall. La bajo a toda prisa y carraspeo. Me dedica una sonrisa que no me veo capaz de devolver y sale del coche. Le imito.
Hay un Starbucks ante nosotros; fotos de granos de café y chocolates de todos los tonos posibles adornan parte de sus ventanas. El símbolo verde de la sirena cuelga sobre la entrada. Me apresuro a entrar junto a Niall y el olor a bebidas dulces y cremosas nos rodea en cuanto entramos por la puerta.
Veinte minutos más tarde salimos del local, yo con los labios fruncidos y Niall con expresión triunfal; ha conseguido pagar él todo y nadie le ha reconocido. De esto último me alegro yo también.
Mientras subimos al coche con los frapuccinos de chocolate blanco, murmuro:
-Lo compensaré... puedes estar seguro.
Él emite un sonido que se asemeja vagamente a una carcajada.
-¿Adónde vamos?- pregunto, cuando el silencio empieza a cansarme.
-¿Quién sabe?- repone él en tono de misterio. Arqueo las cejas, con los ojos en blanco, y deseo que la tensión remita un tanto.
Voy a replicar algo sobre lo inadecuado de llevar a una chica a un lugar sin que ella sepa nada de su destino y su suerte, cuando aminora hasta parar. Cierro la boca y miro a través del parabrisas.
Es una casa de un piso pintada entera de blanco. No tiene más que jardín que una estrecha franja de hierba ante la puerta de entrada. Parece modesta. Miro a Niall.
-Bienvenida a mi humilde casa- dice, y abre la verja de entrada en un gesto gentil.

Narra Clara

Harry está ahora al volante, porque él y Louis quiere llevarnos a un sitio sorpresa. Parece que han cambiado de idea y ya no vamos a un Starbucks. Ambos sonríen con misterio, se dicen cosas, nos miran de reojo y ríen. Atrás estamos inquietas; con ellos nunca se sabe lo que te espera. Estamos apretadas en el asiento de atrás y no llevamos cinturón. Mi cadera está presionada contra la puerta y me duele considerablemente. Deseo llegar ya, antes de que mis huesos se aplasten como almohadas. Como si leyese mis pensamientos, Harry para bruscamente, y las cuatro que no vamos sujetas saltamos en el asiento.
-¡Diablos! ¿Qué manera es esta de tratar a...?- empieza a protestar Lucía.
-La manera H&L- repone Harry con una sonrisa radiante, al mismo tiempo que abre la puesta en un ridículo gesto caballeresco.
-¡Ah!- rio yo-, ahora tenéis marca y todo, ¿no? ¿Es de coches o es un servicio de atención al cliente?
-Es una marca todopoderosa, señorita- concreta Louis.
-¿Todopoderosa?- repite Lucía, burlona.
Entonces veo a Blanca apoyada en el coche, con una sonrisa claramente forzada en los labios. Decido que tengo que hablar con ella, porque está claro que le pasa algo desde hace un tiempo. Pero este no es el momento.
-Vamos- oigo la voz de Harry junto a mi oreja. Su cercanía me provoca un escalofrío y mis carrillos se encienden un tanto.
Estamos ante un elegante local de muros exteriores negros. Las ventanas oscurecidas están rodeadas por unas luces tenues. Entramos en él en silencio, tras Harry y Louis. Los chicos causan un gran revuelo al entrar en el local, y nosotras agachamos la cabeza, incómodas. Harry se acerca a un camarero con traje negro y blanco, que mira a mi amigo con incertidumbre. Harry, sin embargo, se dirige a él con decisión y le enseña algo que parece una tarjeta. El camarero se relaja y asiente. Luego nos guía hasta una sala separada por un murete del resto del local. Las paredes son rojas, y la luz de los farolillos con velas baila en las paredes y las mesas. Harry y Louis suspiran y se quitan los disfraces. Ambos tienes el pelo revuelto, y eso nos arranca unas carcajadas. Nos sentamos: Meli está junto a la pared, y junto a ella se sienta Louis. Al otro lado de Louis se coloca Lucía. Blanca toma asiento ante Meli y Harry pasa junto a ella. Ocupo el único lugar restante. Aún sorprendida por el lugar al que nos han traído escuchamos a los chicos pedir dos pizzas grandes para todos. Louis pierde su actitud formal en seguida y se recuesta descaradamente en el asiento.
Hablamos de diversos temas mientras comemos, desde la carrera musical de los chicos hasta temas de chicas de los que no saben nada. Blanca mira sombría su trozo intacto; es la única que no ha comido nada todavía. Harry le de un codazo afectuoso y le aparta el pelo que le ha caído en la cara. Algo en mi interior me susurra que, de no estar preocupada por mi amiga, estaría celosa.
-Eh, ¿te pasa algo? Come- dice Harry con voz suave-, venga... ¿No te gusta la pizza?
-No- repone Blanca y aparta la mano de Harry-, sí que me gusta. Es sólo que...- mira la comida con cansancio-. Estoy bien, ya como.
Y coge el trozo y se lo lleva dubitativa a la boca. Harry y Louis se miran, y Melissa tiene una expresión preocupada en el rostro.
-Meli. Dice Harry entonces-, ¿me pasas el mosto?
Mi amiga asiente y alza la jarra para dársela. Pero las manos de Harry no cogen bien la botella y esta cae y derrama su contenido sobre mi pelo y mi ropa.
-¡Dios mío!- exclama Harry y se lleva ambas manos a la boca-. Lo siento, lo siento, lo siento...
Parpadeo, con el zumo en mis pestañas. Louis estalla en carcajadas y Lucía contiene la risa. Les dirijo una mirada envenenada.
-¡Torpe!- espeta Louis a Harry.
-Lo siento... te ayudo a limpiarte, vamos- me ofrece una mano para ayudarme a levantarme y nos alejamos de la mesa.
-Es un baño de chicas- señalo.
Él se encoge de hombros y entra conmigo. Pongo los ojos en blanco y espero que no haya dentro.
Mi pelo está empapado y pegajoso, y se me pega a la cara. Mi ropa no ha tenido mucha más suerte. Harry se muestra aún más avergonzado al ver mi expresión reflejada en el espejo. Me lavo las manos a conciencia y voy a hacer lo mismo con la cara, cuando él me detiene. Me giro para interrogarle con la mirada y me encuentro con sus ojos verdes a escasos centímetros de mi rostro, noto su aliento en mi piel. Mi boca se abre. Entonces él rompe el embrujo- para mi alivio, porque estoy segura de que parezco una completa idiota- pasando un papel mojado por mi cara. Recorre mis facciones con suavidad y moja otro papel para limpiar mi cuello. Estoy sin aliento. Me limpia los brazos también, y cuando termina siento que ardo.
-Gracias- susurro, y él me acaricia la cara y sonríe.
-¿Y el pelo? ¿Tienes una goma?- me pregunta, mientras engancha sus dedos en los nudos de mi cabello.
Tardo un minuto en reaccionar y darle la goma que llevo en la muñeca. Me recoge los mechones sucios en una coleta con suavidad. Cuando vuelvo a mirarme en el espejo me siento mejor: mi aspecto ha mejorado considerablemente, aunque la ropa no tiene remedio.

Los demás se preparan para salir de allí cuando aparecemos de nuevo. Pronto estamos de nuevo en el coche, de vuelta a casa.

2 comentarios:

  1. Me encanta, no sigas de escribir princesa

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  2. jajajaja ese teclado Pauli<3 Claro que no paro amor. Gracias por todo, I love you too much bby xx

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Comment, comment, I won´t bite you... xxx