Living The Dream

miércoles, 31 de julio de 2013

Cápitulo 7


Narra Noelia

Puedo oír el grito de Melissa perfectamente al otro lado de la línea, y veo la cara de dolor que pone Blanca. Claro, es que casi le rompe el tímpano.
Hace un par minutos, George ha llamado a mi amiga, diciendo que están preparando un encuentro con One Direction. Ya os podéis imaginar cómo se ha quedado; es su sueño desde hace tres años, y lo va a ver cumplido, es Directioner, al fin y al cabo. Luego me lo ha contado a mí, y he entrado en estado de shock, sacudiendo la cabeza, y tartamudeando. Al menos no grito, ¿no?
De todas formas, no es seguro que podamos verles las demás, y eso casi hace que me salgan lágrimas. También es mi sueño. Es nuestro sueño, siempre lo ha sido. Blanca, sin embargo, ha asegurado que nos llevará. <<Si es necesario, en mis maletas>> ha dicho ella. Y confío en mi amiga.
Ahora caminamos a toda prisa hacia el lugar donde hemos dejado al resto, en nuestra loca persecución. Me gustaría ver las caras de las chicas cuando Meli se lo cuente.
Ya las vemos: María saltando, Meli sacudiendo a todos, y Clara agitando las manos y pegando gritos.
Blanca sale corriendo hacia ellas, y las abraza, murmurando cosas y fangirleando. Resulta irónico. Es cantante, y fangirlea. Pero bueno, es una chica joven al fin y al cabo, ¿o no?
Tras un rato, conseguimos calmarnos, y Teo nos mira, alucinado. Blanca le pone una mano en el hombro.
-Tranquilo, es normal en nosotras. Antes estábamos así a la mínima.
-Es verdad, alégrate de habernos conocido ahora, y no hace dos años-añade María, entre carcajadas.
-La cosas han cambiado, con el salto a la fama de nuestra estrella-dice Clara.
-Cuidado, Teo, es NUESTRA, ¿entiendes?-aprovecha Meli el comentario de Clara, insinuadora.
-Vale, chicas, tranquilas, ¿eh?
Todas nos reímos, ante la actitud calmada y divertida del chico. Es majo, y un héroe, por aguantarnos así.
-¿Os apetece bebida?-pregunta Blanca, y todos asentimos, sonrientes.
Vamos a un nuevo bar de batidos abierto al otro lado de la calle, y pedimos lo que más nos apetece. Yo me cojo un batido de chocolate y caramelo, Clara uno de fresa y ciruela, Melissa uno tropical, Blanca uno de mango y piña, y Teo y María unos de chocolate blanco.
Por mucho que Blanca quiera pagar todo, entre Clara y yo conseguimos hacerla cambiar de idea, pagando nosotras una parte. Estamos una hora más juntos, y luego cada uno se va a su casa.

Narra María

Llego a casa, y me descalzo, dejando a mis pies libres. Tras un rato tirada en el salón, decido darme una ducha rápida, para quitarme el sudor y estar más fresca. La ducha se alarga, porque me encanta la sensación del agua corriendo por mi cuerpo, y de todos modos no hay problema, ya que vivo sola. Decido ponerme ya el pijama, y ver una película. Al final me quedo dormida en el sofá, con el televisor todavía encendido.
Los rayos del sol de las once me despiertan, me estiro, me lavo la cara y me peino.

Luego abro la ventana, y noto que hoy hace algo más de fresco. Tras un rato revolviendo mi armario, elijo mi conjunto para hoy.
Cuando pienso en que no hay nada que hacer, recuerdo que hoy es el concurso de Clara. Pero no me acuerdo del lugar... Tras un rato pensando, la llamo.
-¡María! El concurso empieza en seguida...
La interrumpo.
-Clara, ¿dónde era?
-¿Qué...? Qué cabeza la tuya-su voz suena algo ofendida-. Calle Príncipe de Vergara veinte. Vente rápido.
Cojo mi bolso y salgo disparada de casa. No puedo llegar tarde, o se enfadarán todas. Me pregunto si vendrá Teo...
Tardo media hora en llegar y entro en el local como un tornado. Todo el mundo me mira, y los colores empiezan a subirme. Ya ha empezado el concurso, y sólo espero que Clara no haya salido todavía. Tras un vistazo rápido a la sala, localizo a mis amigas, en una de las primeras filas. Me reúno con ellas.
-María, ¿cómo te olvidas de Clara?-me regaña Melissa.
No respondo, no tengo nada que decir.
-Bueno, da igual, está aquí, al fin y al cabo, ¿no? A tiempo para ver a Clara-me defiende Blanca.
-Sí, pos los pelos-gruñe Meli.
-Venga, chicas, atended un poco-protesta Noe.
Cuando termina la chica que está cantando, aprovecho para ponerme más cerca de Blanca, y me doy cuenta de que hay un guardia junto a ella. Vaya, ahora sí.
-¿Ha habido alguno bueno?
-Bueno, un par horribles, casi todos los demás normales, con desafines, y un par muy buenos, la verdad.
-¿Clara ganará?
Me sonríe. Y yo le devuelvo la sonrisa.
-Yo diría que sí.
Tiene una expresión segura, pícara y orgullosa al mismo tiempo, y ya sé quién ha ayudado a Clara.
-La has entrenado, ¿no?-le susurro.
-Si a preparar su voz llamas entrenar, sí.
Me río por lo bajo, y sale Clara al pequeño escenario. Todas aplaudimos.
Es la última. Cruzo los dedos, aunque todavía no sé para qué quiere participar en este concurso. A ella no le emociona cantar. Entonces veo un cartél, dónde pone:
X Concurso de canto urbano.
Premiados:
700 euros
Primer premio:
1200 euros
En cooperación con ONGs de África y La India”.
Miro a mi amiga, que tiene una expresión anhelante cuando Clara empieza a cantar “Peace On The World”, y lo comprendo todo: Quiere irse de tour con ella.
Blanca ha hecho un gran trabajo con Clara, porque su voz desentrenada es ahora bastante clara, y no demasiado grave ni aguda. Espero que no las pillen, si no, no creo que sea válido.
Termina de cantar, y volvemos a aplaudir. La presentadora anuncia que en unos días se dirán los resultados por teléfono, y luego nos da las gracias a todos, sobre todo a los participantes.
Esperamos a que salga Clara, sin librarnos del guardia de Blanca. Tiene cara de preocupación, pero la cantante la abraza.
-Lo has hecho muy bien, en serio, creo que vas a ganar.
-Blanca tiene razón-añado.
Fuera espera un coche, y nos dejan montar en él con Blanca y los guardias. Es enorme, y tiene los cristales oscuros. Cuando estamos de nuevo solas, ante su casa, aprovecho para salir de mi duda.
-¿Por qué hoy si ha habido guardias?
-Porque era algo público, no lo pude evitar. Además, ahora que falta poco para el concierto, no me dejarán salir sola ni a pasear.
-¿Qué?
-Eso mismo, y sí, es muy pesado.
-A lo mejor solo te quieren vigilar por si estás más con...-me río.
-¡María, no empieces eh!
-Era una broma, tranquila...
Las demás estallan en carcajadas, y entramos en el edificio.
Como nos aburrimos, Blanca propone ir a la piscina.
-¿A la municipal?-dice Noe.
-No creo que te dejen-comento.
-Me sé otra, esperad, voy a llamar.
Se va a su cuarto, y nos quedamos, calladas.
-Por lo menos no hay guardias en el piso-gruñe Clara.
-A saber si los ponen...
-Chicas, nos vamos en diez minutos-anuncia Blanca, entrando por la puerta-. Os dejo yo bañador.

Vamos a su cuarto, y saca varios bañadores, además de ropa fácil para la piscina.

Noe:

María:

Clara:

Melissa:

Yo:

Entonces suena el timbre, y salimos para encontrarnos con una limusina negra. ¡Una limusina para ir a la piscina! Esto ya es demasiado...
Entramos, y tomamos zumos que nos sirven en una mesita. Todas miramos hacia fuera, intentando averiguar a qué piscina vamos. Blanca se ha puesto los cascos, y mira a la nada.
Cuando llegamos, debemos de estar en las afueras, ante un caserón moderno, con una cubierta. Blanca la señala y nos dice:
-Vamos allí, chicas, baño en el veinteavo piso.
Ahora entiendo, es una piscina de esas con seguridad, en las que sólo pueden entrar los famosos. Aunque sean recientes, como Blanca.
En la puerta veo una figura que me resulta conocida. Teo. ¿Qué hace aquí?
Parece que mi amiga lo ha invitado, porque va a saludarlo, rodeada de guardias, y nosotras no tenemos más remedio que seguirla.
Nos dejan entrar a todos, y nos vigilan. Subimos a un ascensor de cristal hasta la planta de la cubierta, donde dejamos las toallas en el césped, bajo la sombra de una palmera, y nos metemos en el agua.
No hay mucha gente, pero un par de chicas onceañeras se acercan; son fans, claro está. Hablan con la estrella del grupo, se hacen fotos, y se van, emocionadas. La verdad es que sigo sin acostumbrarme a esto. Antes éramos nosotras las fanáticas, ahora una de nosotras es la estrella.
El móvil de Blanca suena, y sale del agua para cogerlo. A saber para qué la llaman ahora.


lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 6

Narra Blanca
Al día siguiente me despierta la llamada de mi manager a las seis, bostezo, y lo cojo. Me dice buenos días y me cuenta el éxito de la venta: seis horas. Claro, la gente que se haba quedado sin entrada, ahora lo ha intentado con más insistencia. Me siento emocionada, y doy una vez más las gracias a mis fans, y a la gente que ha hecho esto posible, me estiro, me pongo las zapatillas de casa, calientes y suaves, y voy a la cocina a prepararme el desayuno: zumo de uva, tostadas con mantequilla, y decido hacerme un café con leche, para desperezarme. Me lo tomo en el sofá, a la vez que leo “Los juegos del hambre”. Sí, el de los tributos y eso. Ya lo leí hace tres años, pero lo leo una y otra vez. Me gusta, ¿problemas?
Cuando termino, llevo el plato y el vaso al lavavajillas, me peino con una trenza por delante de mi hombro y me visto con algo fresco, va a hacer calor.

Me pongo colonia de lavanda, y canto un rato.

Narra Clara

Cuando me levanto y miro el reloj, me horrorizo; son las doce ya. Me voy al baño, me ducho y me cepillo el pelo y voy a desayunar, aunque no voy a comer mucho, para tener hambre a la hora de comer. Enciendo el aparato de música y, tontamente, empiezo a bailar al son de la canción de mi amiga: “Peace On The World”. La letra es muy impactante, hace mirar este mundo desde un punto de vista exterior. Habla de un mundo, sucio, traicionero, destructor, y dice que con una sonrisa se podría arreglar todo. A mí me encanta, la verdad.
Termina, y la vuelvo a poner. Pero a la mitad recibo un Whats App de María. Dice que si vamos a dar una vuelta, y comemos en algún sitio. Respondo con un : “Sí, me apetece mucho. Pásate en media hora. Besos”.

A mis padres no les importará que salga, porque no están en casa. Trabajan todo el día, y yo lo prefiero así. Abro la ventana y noto el calor. Tras un rato de revolver mi armario, decido ponerme esto:


El resto del tiempo hasta que venga María lo paso practicando para el concurso de canto. Pongo “22” de Taylor Swift a tope cuando me aburro, y bailo hasta que suena el timbre. Le doy al botón de off y abro. María me mira, enarcando una ceja. Ella también va fresca, y con ropa nueva. Le sienta muy bien el color, la verdad.


Damos una vuelta por las calles más transitadas, mirando escaparates, antes de ir al parque de Berlín, y sentarnos en un banco a la sombra. Pongo la canción de Blanca a sonar, y empezamos a hablar de lo orgullosas que nos sentimos por lo que ha conseguido.
Llama Meli, y lo cojo.
-Clara, ¿dónde estás?
-En el Berlín, vamos a ir a pedir comida al Domino´s pizza. Vente.
-Vale, en quince minutos estoy allí. Quedamos en la fuente grande.
-Okey. Nos vemos cielos.
Cuelgo, esperamos a que llegue, y nos vamos al Domino´s.

Narra Noelia

Me levanto del sofá. Llevo un tiempo leyendo una revista y escuchando música, y sigo en pijama. Me lavo la cara y me peino, antes de subir a mi cuarto.
-Noeliiii-chilla mi primo. Qué pesado es, dios. Y sólo tiene cinco años.
-No me llames así, enano. Déjame, me voy a vestir. Largo, largo.
Me mira con mala cara, se aparta, y me pellizca en la pierna.
-Ay-protesto-. Eres tonto.
-No.

Doy un portazo, y elijo la ropa para ir a hacer skate.

Cuando salgo del cuarto, con el skate bajo el hombro, mi primo imita mi gesto adolescente de niña tonta como dice él. Le doy un empujón, y salgo corriendo de
la casa, sin despedirme de mis padres, si no importa, ya soy mayorcita.

Llego a la Plaza Del Auditorio Municipal, y bajo las rampas, intentando hacer un salto cada vez mayor. Cuando noto que estoy seca, paro, y voy a la fuente. Llegan dos personas... eh, espera, es Blanca, y el otro... ¿tiene novio o quién es este guaperas?
-¡Noe!
-¿Te has echado un novio o qué?
-Eh, eh, para el carro, la conocí ayer-protesta él.
-Se llama Teo.
-Encantado... ¿Noelia?
-Noe, si quieres.
Sonríe, y le devuelvo la sonrisa, es muy mono, vale, pero no me gusta, no penséis cosas raras.
Se acerca un grupo de chicas, que se revuelven, nerviosas. Supongo que son fans de Blanca.
Empiezan a hablar atropelladamente.
-Oh, dios mío, dios mío-dice una, abanicándose.
-Oh, te estamos hablando, ¿nos firmas?
-Claro, cielos. ¿Nos hacemos una foto también?
-Cielos, ha dicho cielos...
Sacan unos papeles y un bolígrafo, y Blanca les da un autógrafo a cada una. Luego se hacen fotos. Ellas no paran de fangirlear.
-¿Vais al concierto?-quiere saber la famosilla.
-Yo no, pero ella sí-dice la que se está haciendo la foto, señalando a su amiga. Esta pega un gritito. Yo suelto una carcajada, y me acerco a mi amiga. Las saludo, y me miran, dudosas.
-¿Quién eres?
-Noe-respondo, sin perder la calma ante el tono impertinente de la fan-. Su amiga.
-Hola Noelia-dice entonces una niña de unos siete años, adelantándose. Blanca se agacha frente a ella.
-Hola, pequeña, ¿tú también?
-Sí...
-Ven aquí-dice mi amiga, sonriendo, y se la pone en la rodilla, se hace una foto y le da un autógrafo. Ella susurra un gracias y se aleja dando pequeños saltos. Esa me cae bien. Sí, la enana, que no es impertinente.
La misma que me ha hablado mal, mira con malos ojos a Teo, que está junto a Blanca. Deben de pensar lo que pensé yo cuando lo vi.
Finalmente, se despiden y se van, hablando a lo loco.
-¿Qué pensarían de mí?
-No te preocupes-responde mi amiga a la pregunta de Teo.
-¿Siempre es así?
-Esto es poco, nene, normalmente tenemos que ir a sitios poco transitados-intervengo.
-Bueno, ¿queréis un helado?
-Sí-respondo, rotundamente, pero Teo duda, por lo que le doy un codazo-. Eh, tiene mucho dinero, aprovecha.
Blanca se ríe, y vamos al chino que hay al lado. Yo me cojo un Magnum blanco, y los otros dos, unos polos de lima-limón.
Teo sabe hacer skate, y le dejo usar mi tabla. No se le da nada mal, tengo que admitirlo.
Cuando nos aburrimos, nos sentamos en la sombra, y se acercan un par de fans más. Blanca les deja satisfechos, y luego me llama Melissa.
-Noe, ¿te vienes?
-¿A dónde? Estoy con Blanca, y con un amiguito muy mono-digo lo último en voz baja y misteriosa.
-Bueno, si queréis veniros al Parque de Berlín, estamos en la fuente de abajo, y así veo al Amigo X.
Me entra la risa floja, y Blanca y Teo me miran, interrogantes. Cuelgo, y se lo propongo. Aceptan en seguida. Nos vamos hacia el parque. Yo haciendo skate, y Teo y Blanca hablando sin parar. Veo que van a acabar juntos... Eso significa ataques fans hacia él. Me pregunto si lo sabrá, y si le gustará mi amiga. A Blanca se lo voy a sacar todo, por lo menos. Llegamos a donde están Meli y la demás.
-¿Eres el amiguito muy mono verdad?-pregunta Melissa, a bocajarro, y Teo pone una mueca escéptica.
María estalla en carcajadas.
-Lo siento, nuestras amigas son muy calculadoras.
-Ah, bueno, pues no sé qué veis en mí...
-... o lo que ve nuestra cantante-insinúo, pícara.
-¡Eh!-protesta mi amiga, y empieza a perseguirme.

Narra María

-No sé por qué lo dice.
-Venga ya, tiene a un chico como tú delante, qué va a pensar-se ríe Meli.
-¡Meli! ¡Que ni siquiera le conoces!-protesto, roja. Pero Teo sonríe, divertido.
-Estamos locas, ¿eh?
-Bueno, pero eso no es malo.
Qué mono es... Blanca sí que encuentra buenos amigos. <<Eh, María, no, no, calla>> me riño.
Pero en el fondo sigo pensándolo. Sí, yo me enamoro fácilmente. Es muy majo, y hablamos mucho, mientras que Noe y Blanca siguen sin aparecer. Puede que algún fan les haya entretenido... Quién sabe, con una amiga cantante, pueden pasar muchas cosas. Por un momento temo que le haya pasado algo malo, pero sacudo la cabeza. ¡Qué tontería!
Entonces alguien llama a Meli, que lo coge, habla un rato, cuando termina, da un salto y se pone a gritar como una loca; ¿Qué...?



Capítulo 5

Narra Blanca

Cuando vuelvo a abrir los ojos, veo a María frente a mi cama. Harry no está en ninguna parte, claro: me lo he imaginado.

-Blanca, te hemos traído unas cosillas.

Sigo aturdida, por lo que sólo asiento, nada más.

Meli se adelanta, y me da una cajilla con papel de regalo. La abro.


Se me encoge el corazón. Esperaba algún collar, o pulsera, o una camiseta cualquiera. Pero no esto, que es sin embargo mil veces mejor... Las lágrimas saltan a mis ojos; es un conjunto de mis ídolos, a los que nunca he olvidado, por mucho que sea cantante.
 Ahora mi yo fan vuelve a la luz completamente. Las abrazo, y lloro, lloro mucho. Meli se ríe, y me abraza muy fuerte, hasta hacerme daño. María parece emocionada también, y sé que ella también sigue siendo muy Directioner en el fondo. Seguimos abrazadas un rato, hasta que llega un médico a la sala. Indica a mis amigas que se vayan, y ellas obedecen, luego se dirige a mí.

-Hoy te haremos unas pruebas más, y te daremos el alta ya mañana si son satisfactorias. Siento alivio y libertad por dentro, y sonrío, secándome las lágrimas.


El aire fresco me llena de fuerza por dentro. Aunque sea el contaminado aire de gran ciudad, es mi casa, y no lo cambiaría por nada. Estiro mis extremidades y ando un par de pasos. Me siento rara, frágil, ligera y pesada al mismo tiempo. De momento no puedo conducir, por seguridad. Pero es mejor que que te confisquen el carné. Lo habrían hecho, si mi manager y mis amigas no me hubieran defendido. Meli me lo contó todo. La verdad, no tengo miedo al coche, sé que ese día iba con la mente puesta en mi Tour, pero no volverá a pasar, ah no.

Veo a Clara acercarse, contenta de que haya salido del hospital. Me abraza, y me da dos besos.

-Entonces, ¿me ayudas?

Parpadeo, desconcertada.

-¿Ayudarte en qué?
-En el concurso de canto...

-Ah, pero yo no puedo participar, si es como me contaste... Soy cantante, no sería justo.

-Pero me puedes enseñar a cantar un poco...

-Claro, está hecho, ya mismo si quieres.

-Vamos a tu casa, si te vale.

-Of course babe-bromeo.

Cogemos un taxi, que pago yo, y llegamos a mi casa en seguida.

-¿Un café?

-Si se puede...

-Te lo he ofrecido-replico, irónica.

-En ese caso, vale.

Le preparo una taza, con leche y azúcar, y me cojo un vaso de zumo de frutos del bosque. Lo tomamos con unos chocolates que me enviaron de Bélgica, y charlamos un rato, antes de ponernos manos a la obra.

Clara no canta muy mal, pero al principio le da vergüenza, por lo que tardo un rato en animarla. Probamos con voz grave y aguda, y decido que hay que dejarlo en un tono intermedio; la voz grave le sale ronca y la aguda te rompe los tímpanos. Luego cantamos un par de canciones, y finalmente compruebo si se ha quedado afónica.

-¿Te duele la garganta o algo?
-No, sólo estoy cansada, ¿cómo aguantas tanto tiempo cantando?

-Tengo mucha práctica, pero tu no necesitas tanto, sólo es un concurso urbano, no uno como... “The X Factor”-se me quiebra la voz, y sacudo la cabeza para apartar los recuerdos de mi cabeza.

-Por cierto, ¿te gustó el regalo?

-¿Era tuyo también?

-De todas-asiente ella-. Es que costó mucho-me confía, y no entiendo.

Ella capta mi mirada.

-¿No viste el regalo?

-Sí, la camiseta, ¿no?

-¡Eso no! Lo otro, lo principal-pone voz de misterio, y una oleada de ideas me inunda.

-¿Qué otro?

-Míralo, vamos.

Me acerco al paquete, lo abro, y veo que, en efecto, hay un sobre en el que no reparé antes. Miro a mi amiga, interrogante, y ella asiente. Comienzo a abrir el sobre con dedos temblorosos.

Mi corazón se para un segundo antes de empezar a latir alocadamente... Chillo, miro las entradas para el concierto de One Direction, chillo de nuevo, y abrazo a mi amiga, más fuerte que nunca.

Presto atención. Son para Londres, para uno de los día que estoy allí. De pronto tengo miedo de que no me permitan ir, pero no tengo concierto ese día, no me lo pueden negar.

-¿Cómo os lo agradezco?

-Dejándonos verte en el escenario.

-No hacía falta...

-Sí, porque vamos las cinco juntas. La burra de María las compró hace tiempo, y ahora nos lo dice... Le dimos parte del dinero, claro.

-¿Cuánto os debo?

-¿Deber? No me hagas reír, Blanca. Vamos a ir a tu concierto gratis, según lo que nos dijiste, eso es más de lo que crees para nosotras..

-Ah, por cierto, hablé de eso, y sí, os puedo conseguir entradas, pero no me las han dado todavía. Eh, ya habrán vendido las entradas para Madrid, Barcelona, Londres y Dublín.

-Seguro que se agotaron rápido.

-Lo sabré pronto. George me informará.

-Genial, bueno, me tengo que ir, el concurso es en dos días, te mando en un Whats App dónde es, y me vienes a ver, ¿sí?

-Claro, cielo. Gracias por todo.

-Gracias a ti.


Me abraza y sale por la puerta. Yo decido dar un paseo nocturno, con mi perrita. Tras ponerle la correa y el collar, voy a cambiarme. Me pongo algo que me tape un poco, pero no excesivamente, porque hace fresco.


Cepillo ligeramente a Nera, que ha estado estos días en casa de Melissa, y salgo de casa, con los cascos puestos. Pongo el modo aleatorio, y dejo que la música me enloqueciera y me haga bailar. Llego a un parque cercano, visitado por casi nadie, y pongo una de mis nuevas canciones: “Peace On The World”, a la vez que la canto. De pronto noto que alguien está cerca de mí, y me callo. Me vuelvo para ver quién es. Un chico de pelo castaño, menor que yo, pero sólo un poco, y ojos amistosos y bonitos. Es muy guapo... y me mira de una forma...
Siento que mi corazón se acelera un poco y me avergüenzo de mí misma.<<Venga, no te enamores>> me digo, y espero a que hable.

-Eres... ¿Blanca? ¿La cantante?

-Sí, ¿por qué?

-Bueno...

-¿Eres fan?

-No, pero me gustan tus canciones.

-Vaya, muchas gracias, me alegra oír eso.

Esboza una sonrisa que me parece preciosa.

-Y también me alegra que no estés en shock, he conocido a fans que sí. Será porque no eres fan del todo, digo yo.

-Bueno... será eso, pero me alegra estar hablando contigo.

Esta vez sonrío yo. Empezamos a hablar de cosas diversas, y a bromear, hasta que decido que debo marcharme.

-¿Me darías tu número de teléfono?

-Claro-sonrío, y se lo apunto en un papel. Me despido de él con dos besos y me voy a casa, a paso ligero. Le doy la cena a mi perra, me ducho rápido, me cepillo los dientes y me meto en la cama, tras ponerme mi pijama.

domingo, 28 de julio de 2013

Capitulo 4

Narra Blanca
-Está bien, puede venir. Tendrá permisos especiales y será Vip, por ser tu acompañante. De todas formas, tengo que confirmarlo. No es seguro del todo.
No me contengo, le abrazo y le doy las gracias veinte veces por lo menos. Luego llamo a Melissa.
-¿Blanca?
-Puedes Meli, puedes. Bueno, George tiene que confirmarlo, pero te aseguro que el resto no pondrá pegas.
-Genial. No puedo esperar.
-Ni yo...¿dónde estás?
-Con María de compras, de las demás no sé nada. Bueno me voy. Te quiero.
-Vale, nos vemos. Yo te quiero más.
-Nos vemos. No me mientas eh.
Cuelgo, y acto seguido me llama Clara.
-Blanca, pide el alta ya de ya.
-¿A qué viene tanta prisa?
-He encontrado un concurso de canto o algo así, si lo ganara, me darían mucho dinero, podría ir contigo a lo largo del Tour.
-No, ¿en serio?
-¡Sí!
-Wow, genial. Haz la inscripción ya.
-Y tú sal del hospital.
-Eso no depende de mí...
-Si eres cabezota, sí.
-Vale, seré cabezota de verdad.
-Así se habla.
Cuelga, y su voz emocionada vibra aún en mi cabeza. Todo sería perfecto. Quizás... Sólo falta... Mi mente vuelve a ese 14 de marzo del 2010....

Aunque la audiencia enloqueció de verdad con uno llamado Louis Tomlinson. Su voz era suave y susurrante, y acariciaba los oídos. Las palabras brotaban  fluidamente de sus labios... Aún teniendo dieciocho años, no tenía una sola nota grave.
Liam cantaba por lo visto por segunda vez, ya que a los catorce había fracasado, y me encariñé con él en seguida también...
Luego estaba Zayn, el precioso Zayn, con esa voz tan indescriptible y esas haches...
Y Niall Horan, tan pequeñito y tan mono, rubio, orgulloso y seguro de sí mismo... belieber boy. Nunca me ha gustado Justin Bieber, pero tengo un extraño cariño a los "Belieber Boys". Tenía esos mofletes de niño pequeño...
-No nos decepciones-dijo Katy Perry, en el jurado.
-No lo haré-había respondido Horan. Y vaya si no los había hecho orgullosos.
Entonces yo había sentido que el joven estaba en lo cierto, y había intuido bien.Seguí el curso de esos cinco muchachos durante el concurso, y mis padres se extrañaron por mi insistencia; no me perdía una sola fase.
Cuando les dijeron que no pasaban, se me cayó el ama a los pies, por unos instantes.

Hasta que los pusieron como grupo.
Vi su primer abrazo grupal, tan emotivo... Creo que fue mi momento más feliz. Y sin duda también el suyo. Luego cantaron por primera vez juntos. Torn, esa canción sigue haciéndome llorar. Me inundan demasiados sentimientos al recordar esos tiempos. Lo siguiente fue Louis en el hospital, ingresado. Me recuerdo con los dedos cruzados...
Harry tomó las riendas, y puso de nombre al grupo "One Direction", porque para alcanzar la meta, tenían que ir todos en una dirección.
Louis se recuperó, para mi alivio.
Lo peor fue que no ganaron, recuerdo haber llorado tanto... después de tanta coordinación y trabajo, la gira del concurso...
No ganaron, quedaron terceros, algo era algo pero yo estaba furiosa... Claro, no sabía a lo que llegarían esos cinco.
Fui Directioner desde el principio, y cuando vi que volvían al trabajo, con "What makes you beautiful", mi corazón volvió a latir a su ritmo, siempre con ellos,  eso dije...

Vuelvo a la realidad, estoy cantando,  pero no mi canción, canto "What makes you beautiful"...
Alzo la cabeza y veo a ¿Harry? Ese chico de rizos que... no, no puede ser... Cierro los ojos, esperando salir de mi estado de sueño...



martes, 23 de julio de 2013

Capítulo 3

Narra Blanca
-Primero, debes saber que empiezas el tour en dos semanas y tres días, y que llevas cuatro días inconsciente.

Frunzo el ceño; empezaba el tour en cuatro semanas...

-Se ha adelantado una semana, como puedes deducir-aclara mi manager, como si me hubiera leído la mente.

-Bueno, ¿y qué día es el que empiezo exactamente?

Rebusca entre los papeles, y me río para mis adentros. Yo no estoy como para contar, la verdad, pero está claro que mi manager tampoco quiere hacer ese pequeño esfuerzo.

Estamos a finales de agosto, día treinta, para ser exactos.

-Das tu primer concierto en Madrid el día diez de septiembre.

-¿Y qué pasa con las entradas?-pregunto, con curiosidad. Las entradas para Madrid se vendieron en cinco horas.

-Se ha anulado, y se hará mañana para los shows aquí, en Barcelona, en Londres y en Dublín.

Voy a abrir la boca para protestar, cuando caigo en que no puedo hacer nada. La verdad es que me parece injusto que la gente que consiguiera entrada tengo que volver a intentarlo. Pues nada, soy la protagonista del show, pero no puedo influir en este tipo de cosas. Y eso me frustra, porque quiero dar lo mejor a mis fans. Aprieto los dientes y no digo nada.

-Además-sigue mi manager, ajeno a mi rabia-. Debes saber que ha habido un cambio en el horario. Irás de Madrid a Dublín, y luego a Londres. Y de allí bajando por Europa en los lugares acordados.

Asiento, conforme, eso es lo de menos. George se despide y sale de la habitación. En mi interior estoy enfadada con él, por ser injusto con la venta de entradas, pero en el fondo sé que él no lo ha decidido.

La puerta se abre unos minutos más tarde, y entra Clara; tiene lágrimas en los ojos.

Se acerca, y me abraza, muy fuerte, y llora. Quiero preguntarle qué pasa, pero ella se me adelanta.

-Sabía que lo conseguirías. Sabía que un día te vería sobre diferentes escenarios. Bueno, yo no te veré, el mundo te verá-añade, apenada. Se me encoje el corazón. No había pensado en eso; en mis sueños, saludaba a mis mejores amigas desde el escenario, sonriente.

-No. Me verás, y las demás también.

-¿Cómo? ¿Y la Universidad? ¿Y el dinero?

En ese momento recuerdo el telediario, y se me ilumina la cara.

-Tal vez no podáis venir a todos los países, pero sí a uno.

Ella me mira, interrogante, pero yo le digo que llame al resto.

Narra Clara

Me había quedado boquiabierta cuando el manager de Blanca dijo que iba a hacer un tour. Pero no había podido evitar sentirme orgullosa; al fin y al cabo, siempre deseé verla sobre los escenarios internacionales. Entre miles de fans, con nosotras disfrutando de la actuación. Pero había caído en que yo no la vería...

Por eso, ahora que salgo de su cuarto, pensando en la idea que se le puede haber ocurrido, vuelvo a estar completamente feliz, porque cuando mi amiga tiene una idea, es buena.

Las demás están en una salita amueblada con un par de sofás, una tele, una mesa baja, y varias lámparas de pie. Todo blanco. Entro, y las veo charlando, a la vez que toman galletas y té o café. Carraspeo, para llamar su atención, y lo consigo en seguida.

-Qué rápido has vuelto-comenta Noelia.

-O te has dado media vuelta, porque no sabías qué decir-se ríe María, y Melissa la secunda.

-Pues no. Le he dicho... Bueno, en resumen; tiene una idea para que podamos ir a verla.

Las tres se levantan, de un salto, y salen por la puerta.

-Podrías haberlo dicho antes-comenta Meli, apresurándose por el pasillo.

Me encojo de hombros y corro para alcanzarlas.

Narra Blanca

Las chicas entran en mi cuarto. Meli se sienta al borde de mi cama, y Clara también. María y Noe cogen unas sillas. Todas me miran ahora, pero yo espero unos minutos para empezar a hablar.

-Bueno, el caso es que en el telediario oí que habían puesto en marcha un nuevo plan de prácticas en las universidades. Consiste en pedir un permiso e irse a otro país durante un tiempo a hacer prácticas y a aprender el idioma.

-¡Eh! Eso es genial, pediremos un permiso y...-se emociona Noelia.

-Yo había pensado en que podríais venir a Londres, donde voy a estar un par de días-la ayudo.

-¡Londres!-exclama María- Claro que iremos. Eso no se pregunta, pediremos los permisos y a hacer maletas...

Parece haber dado la conversación por finalizada, porque se levanta. Pero Clara la retiene.

-¿Seguro que es buena idea?-duda Melissa.

-¡Meli!-protesta María.- No hay mejor idea. Ir a Londres, piénsalo...

-Sí. Díselo a tus padres y a ver si se emocionan tanto.

-¡Tengo dieciocho años!-replica. Y da en el clavo, parece que Meli no se acordaba de ese detalle.

-¿Y si cuesta algo?-pregunta Clara.

-Costará lo mismo que el curso digo yo.

-A mí también me parece buena idea, además estoy deseando vivir en Londres.

-Pero, si es durante mucho tiempo... ¿No te importará que no estemos en España cuando vuelvas?

-Eso es lo de menos, piensa, podría ir yo también a Londres sonrío.

-Genial, si os parece bien, yo lo hablaré hoy con mis padres. Podré pagar yo una parte; tengo dinero de los trabajillos que hice-anuncia Clara, y sale.

-Yo también voy a llamar...-dice María, y sale tras ella.

Noelia me da un abrazo, contenta, y se va también. Meli se queda a mi lado, mirándome.

-Te voy a echar mucho de menos-me dice.

-Y yo a todas-respondo, con un nudo en la garganta.

-Será difícil lo de ir sola de tour... Aunque es lo que siempre quisiste...

-No creas que lo había pensado así; yo me lo imaginaba con vosotras entre el público. No fui realista. Pero tienes razón; nunca he estado tan feliz como ahora.

Hay unos minutos de incómodo silencio. Luego Melissa vuelve a hablar.

-¿Sabes? He tenido una idea, pero puede que sea precipitarse...

La animo a hablar.

-Verás, ya sabes que mis padres son bastante ricos... Había pensado en pedirles permiso para viajar a dónde tú fueras, para verte y hacerte compañía. Pero no sé si tendrás tiempo...

-¡Oh! Eso sería maravilloso, tía. Podría intentar convencer a George de que puedas venir conmigo y mi equipo.

-¿Y crees que te dejarían?

- Todo es posible, y mi manager tiene corazón.

Se ríe, y nos abrazamos. Luego se va ella también.

Me quedo con la idea de estar con mi amiga durante todo el tour rondando por la cabeza, y mis ganas aumentan cada segundo. Todo sería perfecto. Sonrío, y me revuelvo en la cama. Mañana intentaré convencer a George de que deje a Melissa venir. Ya son las nueve de la noche, por lo que me quedo dormida bastante pronto, con una sonrisa pintada en la cara.

-¡Blanca! ¡Blanca!

Me despierto de golpe, y veo a Noe dando vueltas por mi cuarto.

-¿Qué diablos te pasa?

-Me dejan-dice ella, cruzándose de brazos.

-¿Y que hay de la uni?

-Ah, eso. Vamos a ir hoy. Pero tú ¿qué? ¿Sabes qué hora es?

-No.

-Son las dos. ¡Las dos! Menuda dormilona.

Me río. A Noe le ha picado algo.

-Tengo que descansar, ¿recuerdas?-replico, arqueando una ceja.

-Bah, excusas.

Y sale del cuarto, dejándome con una sonrisa ridícula en la cara. Sacudo la cabeza, y me vuelvo a echar, pero entra Meli.

-¡Blanca! Convencí a mis padres, me dejarían viajar contigo. ¿Has hablado con George?

-No... la verdad es que me acabo de despertar...

Estalla en carcajadas.

-Bueno, ¿a qué esperas a preguntárselo?

-¿Está en el hospital?

-Le vi esta mañana...

-Genial, le mandaré llamar.

-Vale cielo, sé muy pesada y convence a George. Es tu Tour.

Le sonrío, agradecida. Lo tengo que convencer. Es verdad, es mi tour.

Alcanzo la especie de teléfono que hay junto a mi cama, y pido que llamen a mi manager, que no tarda en llegar.

Respiro hondo, y le miro, seria.

-Ya sabes que es mi primer tour, y la verdad, estoy un poco excitada. Lo que me lleva a preguntarte-vacilo un segundo-que si puede una amiga acompañarnos.

Frunce el ceño, y sé que tendré que dar explicaciones.

-Bueno, es mi tour, siempre quise que pasara esto, pero debes entender que sería bueno contar con un apoyo, y lo mejor que tengo es una amiga de verdad. Puedo asegurar que mis espectáculos serán mucho mejores-añado.

Sigo diciéndole todo tipo de razones, esperando que sea comprensivo. Y finalmente, me mira, y sé que me va a dar una respuesta. Respiro hondo, y cruzo los dedos.



lunes, 22 de julio de 2013

Capítulo 2

Narra Noelia
El choque ha dejado a Blanca y a Melissa inconscientes. La gente se congrega alrededor del coche, y una mujer llama a la ambulancia, que no tarda en llegar.
A mí me duelen las piernas, que se han chocado con el asiento delantero. Lucía y Clara sólo tiemblan un poco todavía, por los nervios y el miedo, supongo.
La ambulancia llega y nos lleva a todas al hospital más cercano; nos quieren revisar a todas, por seguridad.
Odio los hospitales. Me ponen nerviosa. Todo es tan serio y silencioso que me saca de quicio.
Lucía no tiene nada, y Clara tampoco. El doctor sale por la puerta, y me manda entrar en la sala. Lo hago, refunfuñando. Estoy bien, lo noto.
Genial, esta sala parece el laboratorio del doctor Frankenstein; hay una mesa acolchada sobre la que cuelgan diferentes aparatos de pinta robótica: un brazo mecánico con todo tipo de pinzas y cuchillas, otro brazo con una extraña placa de tono azulado, una con un foco, y a parte de muchas más, una que me da especialmente mala espina; en un brazo que sostiene algo que parece un robot: en la parte de arriba hay dos bolas con luces rojas, y pienso que debe ser algún tipo de lector láser o algo así. Del brazo grande salen ocho más pequeños, provistos de cuchillas de todos los tamaños inimaginables, un pico que parece un taladro en miniatura, y dos cosas que parecen unas manos...
Me dan ganas de salir de allí corriendo. Puede que este doctor sea en realidad un científico loco...
<<Vale, vale, Noe, para el carro, eres una paranoica. Esto debe ser una sala de operaciones, nada más. A lo mejor te has imaginado los aparatos extraños estos...>> me digo a mí misma. Qué infantil soy...
El hombre me mira, y temo que haya averiguado lo que pienso por mi expresión y que piense que de verdad tengo algún problema. El hecho de que pueda ser el choque el que me cause estos pensamientos me asusta un poco, y de repente no me parece tan mala idea que me revisen. Sólo por si acaso...
Por ello, cuando el doctor o lo que sea me indica que me tumbe, lo hago sin refunfuñar. También dejo que me examine con sus extraños aparatos, aunque, eso sí, sin dejar de mirarlo de reojo. No me fío de los médicos, lo siento.
-Bien, Noelia. Me alegra comunicarte que no tienes ningún problema en absoluto. Todo está bien. Lo único que tienes que tener en cuenta es que en una semana no debes forzarte ni hacer nada que requiera esfuerzo.
<<No podré usar el monopatín>> pienso, abatida.
Salgo de la sala, y allí hay otro médico, que espera a que me siente para empezar a hablar.
-Bien, vuestros diagnósticos están perfectos. Y en cuanto a vuestras amigas...
Siento que la sangre se me congela en las venas un segundo. Oigo los latidos del corazón y el zumbido de mi sangre en los oídos.
-Melissa no tiene ningún problema, y ya está en pie. Aunque deberá reposar por lo menos un día, por seguridad.
-¿Y Blanca?-pregunta Clara, con voz temblorosa.
-Sigue inconsciente-responde el médico-. Pero se recuperará; estará ingresada unos días. Ha sufrido un fuerte golpe en la cabeza, y hay que vigilar su estado atentamente.
Suspiro. Por lo menos no es peligroso. Por un momento había temido que tendría que asumir que a mi amiga le hubiera pasado algo grave de verdad. La sangre vuelve a circular con normalidad por mis venas.
Pedimos permiso para ir a ver a Melissa, y nos indican el número de su cuarto.
Entramos, y se le ilumina la cara con una sonrisa. No podemos resistirnos; corremos a abrazarla.
Le contamos los buenos resultados de nuestros diagnósticos y el estado de Blanca. Luego contamos un par de chistes y hablamos sobre diversos asuntos. Hasta que entra una enfermera, diciendo que tenemos que dejar a Meli descansar.
Pasamos esa noche en el hospital. Como somos jóvenes y escandalosas, no nos dejan dormir en el cuarto de Meli la primera noche, y menos en el de Blanca. Pasan cuatro días y Blanca no despierta... La verdad es que no puedo evitar preocuparme.

Narra Blanca

Me despierto con un terrible dolor de cabeza. Me pesa y no recuerdo nada de lo que ha pasado.
Miro a mi alrededor y me encuentro con que estoy en una cama de sábanas blancas. A mi derecha hay unos botes pegados a la pared, de los que salen tubos que llevan algún líquido. A mi izquierda hay una mesita, sobre la que veo una bandeja con comida: un plato de arroz blanco, un panecillo y fruta; además de agua y zumo de uva. Me doy cuenta ahora del hambre que tengo, y casi devoro la comida. En seguida me siento mucho mejor y observo el cuarto con más atención. Estoy en un hospital, pero mi sala está vacía. La cama que hay en la esquina de la derecha está vacía, y bien hecha. Me incorporo y siento un dolor punzante en la cadera. Además, tengo las piernas entumecidas y no las puedo mover con facilidad.
<< ¿Cuánto tiempo llevaré inconsciente?>> me pregunto, de pronto asustada.
En ese momento la puerta se abre y entra un hombre de mediana edad, con gafas y bata blanca, que debe ser el doctor o algo por el estilo, seguido de mis amigas. Antes de que nadie pueda decir nada, Clara se ha lanzado hacia mí y me abraza. Yo le devuelvo el abrazo, contenta.
El doctor carraspea, y Clara se separa de mí, un poco avergonzada.
-Me alegro de que hayas despertado-me dice, y se vuelve hacia el resto-. Os dejo, pero tened cuidado, y no os precipitéis.
Cierra la puerta y se va. Entonces Melissa, Noelia y María se lanzan hacia mí, perfectamente sincronizadas. Bum.
Hablan atropelladamente, y no me entero de nada. Clara se ríe, divertida.
De pronto noto la presencia de alguien en la sala, y Clara deja de reírse. María y las demás también parecen percatarse, porque se separan de mí. Sin embargo, Meli no me suelta la mano.
El visitante es George, mi manager, un hombre musculoso y no muy alto, de unos treinta y cinco años. Es rubio, de ojos marrones, de madre española y padre inglés. Es majo, salvo cuando se enfada, o cuando la gente bromea con cosas serias. Le gusta la gente con determinación. Por eso se fijó en mí.

Yo tenía trece años cuando decidí que quería ser cantante de mayor. Pero como mis padres no me tomaban en serio y cantaba con mucho aire, me daban bajones casi todo el tiempo. Finalmente, conseguí que me buscaran un profesor de canto y guitarra.
Solía cambiar las letras de las canciones, que era más fácil que componer desde cero, y las tocaba con la guitarra. Cada día que pasaba, mis ganas de ser cantante aumentaban, y a los catorce años dejé las clases de canto, ya inútiles.
Cuando rozaba los quince, me mudé con mi familia a un pueblecito de la costa sur de Inglaterra, cerca de Londres, con amplias praderas y colinas llenas de brezo.
Me matricularon en una academia en la capital, donde perfeccioné mi inglés hasta dominar la lengua perfectamente. Esto me ayudó mucho a la hora de escribir canciones, cosa que comencé a hacer seriamente. Hice muchos amigos, y en las quedadas, siempre me llevaba la guitarra y tocaba y cantaba.
Lo que más me gustaba era cantar por las noches, no muy tarde tampoco, en el campo, a la vez que tocaba mis composiciones con la guitarra.
El año que cumplía dieciséis, en un programa llamado “The X Factor”, salieron cinco chicos que me cautivaron totalmente, convirtiéndose en mis ídolos. Recuerdo a la perfección ese catorce de marzo del 2010:
Ese día llovía, y yo estaba sola en nuestra casa, cercana a Dover, tumbada en el sofá. Como no tenía nada que hacer, decidí encender la televisión. Estaban poniendo “The X Factor”, y volví a sentir esas ganas de estar yo allí, y demostrar al mundo mis intenciones. Por eso nunca lo veía, porque me hacía pensar que yo podría haber estado allí, cumpliendo mi sueño de ser cantante. Estaba a punto de quitarlo, cuando lo vi. Era un chico de pelo rizado y preciosos ojos verdes. Cuando sonreía, en su mejilla se marcaba un adorable hoyuelo... Se llamaba Harry, Harry Edward Styles. Tenía dieciséis años, y una voz que me llegó al corazón. Entonces, al terminar de cantar, se volvió hacia el frente... y una chispa de familiaridad se encendió en mi interior. Tenía la sensación de que lo había visto antes, sabía que lo conocía de algo... Pero no recordaba de qué...

-Has tenido suerte de que no te pasara nada-me dice mi manager, devolviéndome bruscamente a la realidad-. Veréis-dice, volviéndose hacia mis amigas-vuestra amiga empieza un Tour por Europa en poco más de una semana.
Noe se queda con la boca abierta, María tartamudea algo, Meli me mira, y luego mira a George, estupefacta, y Clara sonríe, anonada pero orgullosa. Vale, ya está dicho. Me alegro de no tener que comunicárselo yo, la verdad.
-Y ahora, tengo que hablar con ella a solas de asuntos importantes.
Meli y Clara reaccionan y sacan a rastras a las estupefactas María y Noe. Sonrío, y mi manager toma asiento junto a mi cama. Saca unos papeles de su maletín y me mira, serio.
Asiento, lista para escuchar lo que sea.





.